La obesidad propicia la aparición de enfermedades de adultos en niños

Es lo nunca visto. Niños y adolescentes con enfermedades de adultos. La alarma se ha disparado en las consultas y su creciente magnitud empieza a asustar a los especialistas. Chicos de 9, 10, 12 o 14 años diagnosticados de hipertensión arterial, de diabetes tipo II, tradicionalmente asociada a los adultos, o con alteraciones de los lípidos, fundamentalmente colesterol, configuran un cuadro nuevo que amenaza con convertir a los niños en pacientes crónicos y en caldo de cultivo propicio de las enfermedades cardiovasculares, la principal causa de muerte en el mundo occidental.

«La hipertensión arterial es cada vez más prevalente en niños», constata Empar Lurbe, pediatra de la unidad de riesgo cardiovascular en niños y adolescentes del Hospital General de Valencia y coordinadora de la primera guía europea para la evaluación y tratamiento de la hipertensión arterial en la infancia y adolescencia. «Antes -añade- pensábamos que existía una patología de base, fundamentalmente una enfermedad renal, en los casos que nos llegaban, pero hoy en día vemos que nos llegan, y cada vez más, niños y adolescentes con hipertensión arterial esencial, lo que significa que no tiene ninguna causa que la justifique».

¿Ninguna? En el problema es cierto que no subyace ninguna patología de base que lo explique, pero sí existe una causa externa y común que propicia la aparición tanto de esta enfermedad como de la diabetes tipo II o de las alteraciones en los lípidos: la obesidad. «Cada vez más se asocia a una mayor prevalencia de la hipertensión arterial infantil», corrobora Lurbe.

«Estamos ante una nueva alarma», subraya el catedrático de Endocrinología y director del Centro de Investigación Biomédica en Red sobre la Fisiopatología de la Obesidad y la Nutrición Felipe Casanueva, que coordina desde Santiago a 27 grupos de investigación de toda España. «Estamos empezando a diagnosticar diabetes melitus tipo II en niños, cosa que antes nunca se había visto, y el problema está apareciendo con una frecuencia importante», advierte Casanueva Freijo.

De momento, los especialistas no tienen datos reales ni sobre la prevalencia de la diabetes tipo II y de la tensión arterial en niños y adolescentes, ya que el problema es relativamente nuevo y aún no se ha hecho un estudio, pero Felipe Casanueva está convencido de que «el fenómeno todavía está empezando y lo que está asomando es tan solo la punta del iceberg».

Un niño enfermo es una complicación, pero los verdaderos efectos de su dolencia se empezarán a manifestar de verdad cuando sean adultos jóvenes. «Si no atajamos a tiempo la prevalencia de la hipertensión arterial en niños, con una identificación temprana y un tratamiento adecuado, las enfermedades cardiovasculares en adultos jóvenes van a ser muy altas, con el coste que ello supone», confirma la pediatra Empar Lurbe.

Lo más contradictorio, sin embargo, es que la causa de los trastornos actuales en niños y adolescentes y futuros en adultos se puede contrarrestar con relativa facilidad. Basta con un cambio en los hábitos de vida que destierre el sedentarismo infantil y abogue por una alimentación más sana que evite un problema que cada vez alcanza una mayor magnitud: el 27,6% de los niños españoles tienen sobrepeso y el 9% son obesos.

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