La obesidad infantil tiene solución familiar

Por IVONNE GOMEZ
El Nuevo Herald

Si uno se detiene a pensarlo, puede ser que la vida moderna no esté siendo una buena aliada para resolver el problema de la obesidad infantil.


''La comida en las escuelas no es buena, la tecnología de los videos y computadoras no ayuda al ejercicio, y tampoco colabora el factor tiempo: un 75 por ciento de las madres trabaja y para ellas es más fácil pasar y comprar comida rápida para la cena'', destaca el doctor Pedro Reimon, pediatra del Baptist Hospital y quien se especializa en el manejo del sobrepeso en el Pediatric Weight Management Center, en Pinecrest.

''Estamos criando la generación XL'', agrega Reimon, que cada semana recibe en su consulta un promedio de seis a siete casos nuevos de niños con problemas de obesidad.

La principal preocupación de la Academia Americana de Pediatría es precisamente el aumento de la obesidad infantil. Las nuevas generaciones de niños están expuestas a vivir un promedio de vida más corto que el de los adultos hoy, y a padecer más enfermedades, como la diabetes y el hígado graso. Pero todas estas consecuencias son reversibles en los niños si se logra controlarles el peso.

''Los padres tienen que actuar; éste es un problema que sólo se resuelve si se cambian los hábitos, y entre más pronto se lo enfrente, más fácil será resolverlo'', señala el experto.

Desde hace unos años, Reimon y el también pediatra Antonio M. Rodríguez han creado un programa que se enfoca en el tratamiento de la obesidad infantil y en el que participa toda la familia.

''Hay que tener en cuenta dónde van los niños después de la escuela. A veces es a casa de la abuela, y entonces ella también debe venir a la consulta'', explica el médico.

El programa incorpora dieta, ejercicio y modificación del comportamiento.

En la primera consulta, el pediatra hace una evaluación general del paciente, en la que se determina el Indice de Masa Corporal (BMI) y se hacen pruebas de sangre para determinar posibles problemas de diabetes, colesterol y triglicéridos, además del funcionamiento hormonal.

''En el 99.9 por ciento de los casos el problema de la obesidad se debe a una mala alimentación y falta de ejercicio, y no a problemas hormonales'', destaca el pediatra.

Una vez que se determinan las condiciones de salud del paciente, se elabora un plan para abordar el problema.

Con la asesoría de nutricionistas, se determina un programa de comidas adecuadas para el desayuno, el almuerzo, la cena y la merienda.

Si bien la dieta incluye una fórmula a base de productos naturales reductores de apetito, ''no hay píldoras mágicas que hagan el trabajo'', destaca Reimon. ``Es indispensable cambiar los hábitos alimenticios e incluir una rutina de ejercicio''.

Según explica el médico, se empieza con media hora de ejercicio tres veces a la semana, hasta llegar a una hora diaria de lunes a viernes, dejando libres los sábados y domingos.

Para alcanzar esa rutina de ejercicios se utilizan distintas estrategias. Por ejemplo, si el niño tiene un programa de televisión favorito en la tarde, se le permite verlo mientras hace ejercicios en un step frente al televisor.

PERDIDA PROGRESIVA

Según el programa diseñado por Reimon y Rodríguez, el paciente escribe en un diario lo que come y las actividades físicas que practica, con lo que queda patente su avance.

Sin embargo, la dieta y el ejercicio tienen sus límites.

''No es aconsejable que los niños pierdan peso demasiado rápido, ya que puede influir en el crecimiento y desarrollo de sus huesos; un promedio de media libra a una libra a la semana es lo razonable'', asegura Reimon.

''Esas libras no las acumularon en cuestión de dos días o una semana y hay que perderlas gradualmente'', explica.

Por eso, una porción razonable de torta --o de pizza-- está permitida ``en ciertas ocasiones''.

''No queremos que los niños se sientan diferentes, sino que creen hábitos saludables, que es lo importante'', destaca Reimon.

Otra parte del programa consiste en la modificación del comportamiento, un aspecto que se trabaja con la ayuda de un psicólogo.

''Psicológicamente, los niños obesos se sienten en una situación sin salida y humillados, y hay que ser muy cuidadosos al hablar del tema con ellos'', describe.

En los resultados es importante la constancia y hacer un seguimiento del plan resulta de gran ayuda.

El programa dura seis meses y contempla cuatro visitas durante el primer mes, dos en el segundo y, a partir de ahí, una al mes.

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