¡Haga 100 abdominales, gerente! Las empresas, en guerra contra la obesidad de sus empleados
Materia Biz / Redacción
Los gastos en seguros médicos causados por la obesidad son cada vez mayores. A la hora de reducir costos, muchas empresas están empezando por recortar la grasa de sus empleados...
Más del 30 por ciento de los adultos norteamericanos son obesos (el doble que en 1980). La obesidad causa unas 365.000 muertes anuales sólo en los Estados Unidos. Mientras tanto, los norteamericanos gastan millones en libros, productos y programas para bajar de peso. Un reciente informe del Center for Disease Control and Prevention sostiene que la situación empeora.
Según el artículo "Efforts Are Growing to Trim the Fat from Employees" de Wharton Business School, muchas corporaciones norteamericanas están temblando ante las sombrías perspectivas.
Según la National Coalition on Health Care (NCHC), entre 1987 y 2001, la obesidad representó el 27 por ciento del aumento de los costos norteamericanos en salud. De esta forma, una empresa con alta incidencia de obesidad entre sus empleados termina pagando aranceles astronómicos en seguros de salud.
Por lo tanto, cada vez más empresas están incorporando programas de reducción de peso para su staff.
La filial estadounidense de SAP, por ejemplo, instaló un gimnasio en la empresa y ofrece descuentos en gimnasios externos para sus 1.400 trabajadores. Hacia el 2008, la compañía planea brindar incentivos en efectivo a quienes hayan mejorado su estado físico. Para SAP es un negocio redondo: los programas de gimnasia tienen un retorno esperado de hasta un cinco por ciento gracias a los ahorros en los planes de seguro médico.
Sin embargo, más allá de que la tendencia parece irreversible, muchos especialistas se interrogan sobre la conveniencia de estos programas. Según Peter Cappelli, director del Wharton's Center for Human Resources, los planes corporativos contra la obesidad implican una violación de las fronteras entre vida privada del empleado e intereses del empleador.
A diferencia de la prohibición de fumar en la oficina (que puede justificarse porque el humo perjudica a los fumadores pasivos), el obeso es el único perjudicado por su enfermedad. ¿Tiene derecho la empresa a penalizarlo económicamente si no desea bajar de peso?
Por otro lado, señalan algunos especialistas, si se aceptara esta intromisión en la vida privada, pronto las corporaciones podrían verse tentadas a implementar una serie de programas que interfieran con otros aspectos de la vida de sus trabajadores.
De hecho, algunas empresas han notado que la cantidad de hijos impacta negativamente sobre el rendimiento de los empleados. Algunas ya han iniciado acciones muy veladas para desincentivar la maternidad.
Por lo tanto, la pregunta que se hacen hoy muchos especialistas es hasta dónde puede llegar la manía por la eficiencia.
Los gastos en seguros médicos causados por la obesidad son cada vez mayores. A la hora de reducir costos, muchas empresas están empezando por recortar la grasa de sus empleados...
Más del 30 por ciento de los adultos norteamericanos son obesos (el doble que en 1980). La obesidad causa unas 365.000 muertes anuales sólo en los Estados Unidos. Mientras tanto, los norteamericanos gastan millones en libros, productos y programas para bajar de peso. Un reciente informe del Center for Disease Control and Prevention sostiene que la situación empeora.
Según el artículo "Efforts Are Growing to Trim the Fat from Employees" de Wharton Business School, muchas corporaciones norteamericanas están temblando ante las sombrías perspectivas.
Según la National Coalition on Health Care (NCHC), entre 1987 y 2001, la obesidad representó el 27 por ciento del aumento de los costos norteamericanos en salud. De esta forma, una empresa con alta incidencia de obesidad entre sus empleados termina pagando aranceles astronómicos en seguros de salud.
Por lo tanto, cada vez más empresas están incorporando programas de reducción de peso para su staff.
La filial estadounidense de SAP, por ejemplo, instaló un gimnasio en la empresa y ofrece descuentos en gimnasios externos para sus 1.400 trabajadores. Hacia el 2008, la compañía planea brindar incentivos en efectivo a quienes hayan mejorado su estado físico. Para SAP es un negocio redondo: los programas de gimnasia tienen un retorno esperado de hasta un cinco por ciento gracias a los ahorros en los planes de seguro médico.
Sin embargo, más allá de que la tendencia parece irreversible, muchos especialistas se interrogan sobre la conveniencia de estos programas. Según Peter Cappelli, director del Wharton's Center for Human Resources, los planes corporativos contra la obesidad implican una violación de las fronteras entre vida privada del empleado e intereses del empleador.
A diferencia de la prohibición de fumar en la oficina (que puede justificarse porque el humo perjudica a los fumadores pasivos), el obeso es el único perjudicado por su enfermedad. ¿Tiene derecho la empresa a penalizarlo económicamente si no desea bajar de peso?
Por otro lado, señalan algunos especialistas, si se aceptara esta intromisión en la vida privada, pronto las corporaciones podrían verse tentadas a implementar una serie de programas que interfieran con otros aspectos de la vida de sus trabajadores.
De hecho, algunas empresas han notado que la cantidad de hijos impacta negativamente sobre el rendimiento de los empleados. Algunas ya han iniciado acciones muy veladas para desincentivar la maternidad.
Por lo tanto, la pregunta que se hacen hoy muchos especialistas es hasta dónde puede llegar la manía por la eficiencia.
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