Exceso del peso corporal y depresión
Por Prof. Alberto Quirantes Hernández
CUBAhora / Revista Informativa
La imagen del gordito feliz o la llamada curva de la felicidad, prominencia abdominal del obeso, ya no tiene sustentación según criterios actuales, pues esta enfermedad se encuentra muy relacionada con estados depresivos.
Hay estados insaludables lamentablemente visibles pero la obesidad, además de mostrarse a la luz pública en toda su pujanza y en cada porción del cuerpo, es la única que provoca tantos comentarios burlescos y despectivos, así como la condena de los demás. La palabra gordo/a emerge como un estigma social con el consiguiente costo psicológico individual. Los obesos se sienten indefensos ante la agresión verbal o gestual de los agresores y su respuesta interior es de una sensación de culpa y pena, tanto en su vida pública como en las relaciones más íntimas y personales. La depresión se manifiesta a través de pensamientos negativos, minusvalía personal, falta de ánimo e iniciativas, así como inactividad física. En una palabra, se deprimen. Se afecta el comportamiento, los sentimientos y los pensamientos. Llega el momento en que el obeso se encuentra casi en un callejón sin salida, frustrado y bloqueado, pues no desarrolla a plenitud su propia personalidad, sus más caros anhelos y sus relaciones interpersonales. No se sienten conformes con ellos mismos.
Si el obeso no encuentra una solución efectiva, progresiva y permanente a su gran problema, el exceso del peso corporal, la problemática se hace crónica, hay un desgaste psíquico y de ahí a la depresión no hay más que un paso.
Se establece un círculo vicioso con la persona obesa como centro, deprimida e impotente ante un grave problema personal sin solución aparente. La depresión, acompañada de desinterés e inactividad física, propicia más obesidad. Además, esta afectación síquica puede causar cambios fisiológicos en los sistemas endocrino e inmunitario que favorecen la acumulación de mayor cantidad de libras en el tejido adiposo. La fórmula es simple: de la obesidad a la depresión y de esta a la obesidad. Puede considerarse que la gordura y la depresión se alimentan mutuamente y se dan por perdidas las esperanzas. Se establece un estado de pasividad anímica.
Intentar reducir de peso siguiendo métodos no correctos y carentes de base científica —como muchos de los que abundan— y por supuesto, no obtener resultado alguno, empeora el estado depresivo.
Los que han arrastrado sobrepeso desde la niñez, en sus años escolares han sentido marginación por parte de sus compañeros con poco éxito en las juveniles relaciones con el sexo opuesto y se han sentido rechazados. Así transcurren los años y puede llegar a observarse el futuro como algo que no ofrece nada más que frustraciones y fracasos.
La depresión por obesidad afecta sobre todo a las mujeres en relación de dos a uno, cuando se compara con los hombres. Padecer obesidad aumenta en un 25 por ciento las probabilidades de sufrir depresión. Cuando se asocian otras enfermedades como la diabetes o la hipertensión arterial, la cifra aumenta hasta un 45 por ciento.
Pero —y en este caso hay un pero positivo— hay solución, efectiva y permanente en relación con la pérdida de peso, en la recuperación de la figura y de la estima personal. Y es científica. Se aprende y se aplica en el día a día, con sistematización. No se necesita voluntad para resistir los embates del hambre. Solo interés y constancia. Ya no se reduce la comida. Es simple, solo se cambia de alimentación y a llenarse se ha dicho con un poco más de actividad física.
Sin ir más lejos y para no caer en repeticiones: en este mismo espacio hemos publicado una serie de artículos, todos relacionados con la obesidad y la buena nutrición. Les recomendamos cuatro: HABLEMOS DE CALORÍAS, CALORÍAS NEGATIVAS, EJERCICIO CAMINATA Y FIBRA VEGETAL, UNA ALIANZA SALUDABLE, que pueden servirle de seguro punto de apoyo para comenzar una nueva vida y recuperar un feliz estado de ánimo.
La obesidad alcanza en algunos lugares proporciones epidémicas, devastadoras. En muchos casos, la depresión como acompañante. Se engorda y se sufre. Merman las capacidades afectivas y productivas y la visión de futuro se ensombrece.
Hay esperanzas, la situación, indudablemente compleja, puede revertirse si todos nos unimos en este tema tan sensible. Familia, sociedad y psiquismo lo agradecerán.
*Profesor de Medicina y Jefe del Servicio de Endocrinología
Hospital Docente "Dr. Salvador Allende"
Municipio Cerro — Ciudad de la Habana
E. mail: alberto.quirantes@infomed.sld.cu
CUBAhora / Revista Informativa
La imagen del gordito feliz o la llamada curva de la felicidad, prominencia abdominal del obeso, ya no tiene sustentación según criterios actuales, pues esta enfermedad se encuentra muy relacionada con estados depresivos.
Hay estados insaludables lamentablemente visibles pero la obesidad, además de mostrarse a la luz pública en toda su pujanza y en cada porción del cuerpo, es la única que provoca tantos comentarios burlescos y despectivos, así como la condena de los demás. La palabra gordo/a emerge como un estigma social con el consiguiente costo psicológico individual. Los obesos se sienten indefensos ante la agresión verbal o gestual de los agresores y su respuesta interior es de una sensación de culpa y pena, tanto en su vida pública como en las relaciones más íntimas y personales. La depresión se manifiesta a través de pensamientos negativos, minusvalía personal, falta de ánimo e iniciativas, así como inactividad física. En una palabra, se deprimen. Se afecta el comportamiento, los sentimientos y los pensamientos. Llega el momento en que el obeso se encuentra casi en un callejón sin salida, frustrado y bloqueado, pues no desarrolla a plenitud su propia personalidad, sus más caros anhelos y sus relaciones interpersonales. No se sienten conformes con ellos mismos.
Si el obeso no encuentra una solución efectiva, progresiva y permanente a su gran problema, el exceso del peso corporal, la problemática se hace crónica, hay un desgaste psíquico y de ahí a la depresión no hay más que un paso.
Se establece un círculo vicioso con la persona obesa como centro, deprimida e impotente ante un grave problema personal sin solución aparente. La depresión, acompañada de desinterés e inactividad física, propicia más obesidad. Además, esta afectación síquica puede causar cambios fisiológicos en los sistemas endocrino e inmunitario que favorecen la acumulación de mayor cantidad de libras en el tejido adiposo. La fórmula es simple: de la obesidad a la depresión y de esta a la obesidad. Puede considerarse que la gordura y la depresión se alimentan mutuamente y se dan por perdidas las esperanzas. Se establece un estado de pasividad anímica.
Intentar reducir de peso siguiendo métodos no correctos y carentes de base científica —como muchos de los que abundan— y por supuesto, no obtener resultado alguno, empeora el estado depresivo.
Los que han arrastrado sobrepeso desde la niñez, en sus años escolares han sentido marginación por parte de sus compañeros con poco éxito en las juveniles relaciones con el sexo opuesto y se han sentido rechazados. Así transcurren los años y puede llegar a observarse el futuro como algo que no ofrece nada más que frustraciones y fracasos.
La depresión por obesidad afecta sobre todo a las mujeres en relación de dos a uno, cuando se compara con los hombres. Padecer obesidad aumenta en un 25 por ciento las probabilidades de sufrir depresión. Cuando se asocian otras enfermedades como la diabetes o la hipertensión arterial, la cifra aumenta hasta un 45 por ciento.
Pero —y en este caso hay un pero positivo— hay solución, efectiva y permanente en relación con la pérdida de peso, en la recuperación de la figura y de la estima personal. Y es científica. Se aprende y se aplica en el día a día, con sistematización. No se necesita voluntad para resistir los embates del hambre. Solo interés y constancia. Ya no se reduce la comida. Es simple, solo se cambia de alimentación y a llenarse se ha dicho con un poco más de actividad física.
Sin ir más lejos y para no caer en repeticiones: en este mismo espacio hemos publicado una serie de artículos, todos relacionados con la obesidad y la buena nutrición. Les recomendamos cuatro: HABLEMOS DE CALORÍAS, CALORÍAS NEGATIVAS, EJERCICIO CAMINATA Y FIBRA VEGETAL, UNA ALIANZA SALUDABLE, que pueden servirle de seguro punto de apoyo para comenzar una nueva vida y recuperar un feliz estado de ánimo.
La obesidad alcanza en algunos lugares proporciones epidémicas, devastadoras. En muchos casos, la depresión como acompañante. Se engorda y se sufre. Merman las capacidades afectivas y productivas y la visión de futuro se ensombrece.
Hay esperanzas, la situación, indudablemente compleja, puede revertirse si todos nos unimos en este tema tan sensible. Familia, sociedad y psiquismo lo agradecerán.
*Profesor de Medicina y Jefe del Servicio de Endocrinología
Hospital Docente "Dr. Salvador Allende"
Municipio Cerro — Ciudad de la Habana
E. mail: alberto.quirantes@infomed.sld.cu
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