Niños obesos experimentan mayor sentimiento de ansiedad y depresión
Familia debe apoyar al pequeño cambiando los hábitos de la familia y no tildándolo de “gordo”.
Las consecuencias emocionales negativas de padecer obesidad suelen estar relacionadas con la preadolescencia y la adultez. Ahora, un estudio de la Universidad de Missouri, Estados Unidos, descubrió que los niños con sobrepeso, sobre todo las niñas, demuestran señales de estos efectos incluso desde la etapa del preescolar.
Para llegar a esta conclusión, menciona el sitio oficial de la universidad, los autores estudiaron a 8.000 niños de kinder y tercer grado y se tomaron en cuenta factores como cuántos años tenían cuando engordaron y por cuanto tiempo fueron obesos.
La autora de la investigación, Sara Gable, explicó que ella y su equipo descubrieron que los varones y nenas que tenían sobrepeso desde el preescolar y hasta el tercer año demostraban más señales de depresión, ansiedad y soledad que aquellos que nunca fueron gordos. Además, estos sentimientos se intensificaban con el tiempo.
“Las niñas con sobrepeso durante este período y también, aquellas que se acercaban al índice de obesidad, fueron evaluadas de manera menos favorable que las que siempre fueron delgadas”, sostuvo Gable. Los profesores de las infantes afirmaron que las nenas con kilos de más tenían menos relaciones sociales positivas y demostraban menos autocontrol que aquellas que nunca tuvieron exceso de peso.
Mamá..¿soy gordo?
La psicóloga infanto juvenil, Franca Lacarubba, explica que entre los cuatro y cinco años, los niños comienzan a tener conciencia de su esquema corporal, de sus características individuales y de sus diferencias con el resto. Sin embargo, autodefinirse como “gordo”, “flaco”, “lindo” o “feo” es algo que ocurre solo cuando al menor se le señalan sus defectos o atributos.
“El complejo de los niños surge cuando su entorno (la escuela o la familia) le hacen notar su defecto físico, no porque éste se mire en el espejo y saque sus propias conclusiones”, añade. Por este motivo, recomienda Lacarubba, cuando en una familia hay un hijo con sobrepeso, lo correcto es abordar el problema como un equipo, es decir, que todo el grupo modifique sus hábitos de comida.
“En estos casos debe haber coherencia, no se pueden tener golosinas y prohibirle al nene que las coma, tampoco se le tiene que hacer sentir diferente poniéndole sobrenombres discriminatorios”, concluye la especialista.
Las consecuencias emocionales negativas de padecer obesidad suelen estar relacionadas con la preadolescencia y la adultez. Ahora, un estudio de la Universidad de Missouri, Estados Unidos, descubrió que los niños con sobrepeso, sobre todo las niñas, demuestran señales de estos efectos incluso desde la etapa del preescolar.
Para llegar a esta conclusión, menciona el sitio oficial de la universidad, los autores estudiaron a 8.000 niños de kinder y tercer grado y se tomaron en cuenta factores como cuántos años tenían cuando engordaron y por cuanto tiempo fueron obesos.
La autora de la investigación, Sara Gable, explicó que ella y su equipo descubrieron que los varones y nenas que tenían sobrepeso desde el preescolar y hasta el tercer año demostraban más señales de depresión, ansiedad y soledad que aquellos que nunca fueron gordos. Además, estos sentimientos se intensificaban con el tiempo.
“Las niñas con sobrepeso durante este período y también, aquellas que se acercaban al índice de obesidad, fueron evaluadas de manera menos favorable que las que siempre fueron delgadas”, sostuvo Gable. Los profesores de las infantes afirmaron que las nenas con kilos de más tenían menos relaciones sociales positivas y demostraban menos autocontrol que aquellas que nunca tuvieron exceso de peso.
Mamá..¿soy gordo?
La psicóloga infanto juvenil, Franca Lacarubba, explica que entre los cuatro y cinco años, los niños comienzan a tener conciencia de su esquema corporal, de sus características individuales y de sus diferencias con el resto. Sin embargo, autodefinirse como “gordo”, “flaco”, “lindo” o “feo” es algo que ocurre solo cuando al menor se le señalan sus defectos o atributos.
“El complejo de los niños surge cuando su entorno (la escuela o la familia) le hacen notar su defecto físico, no porque éste se mire en el espejo y saque sus propias conclusiones”, añade. Por este motivo, recomienda Lacarubba, cuando en una familia hay un hijo con sobrepeso, lo correcto es abordar el problema como un equipo, es decir, que todo el grupo modifique sus hábitos de comida.
“En estos casos debe haber coherencia, no se pueden tener golosinas y prohibirle al nene que las coma, tampoco se le tiene que hacer sentir diferente poniéndole sobrenombres discriminatorios”, concluye la especialista.
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