Sobrepeso: la dieta puede más que los genes

Sobrepeso y obesidad son dos problemas globales que en México parecen tener una expresión particularmente mórbida y peligrosa. Pero para quienes han querido atribuir el asunto a la herencia, es decir, a los genes, ahora hay evidencias de que la propensión hereditaria a los kilos de más puede combatirse con ejercicio, llevando un régimen de vida bajo en grasas y estimulando la autoestima de los niños.

No es ningún secreto que las personas con sobrepeso u obesidad tienden a tener bajo aprecio por sí mismas, y por mucho tiempo la idea fue que, al sentirse gordas, estas personas se autodespreciaban y padecían problemas emocionales.

Parece que la cosa es al revés. O sea: las personas con baja autoestima son más propensas a darle duro a la mandíbula y por tanto a perder el control de su régimen alimenticio hasta llegar al sobrepeso.

La revista BMC Medicine publicó un estudio hecho por expertos del King’s College de Londres usando el Estudio de Cohorte de Nacimientos Británicos. Éste, levantado en 1970, registró para niños de diez años problemas emocionales, autopercepción e índice de masa corporal. Luego registró datos del mismo grupo a los 30 años de edad.

El nuevo análisis, hecho sobre una muestra de seis mil 500 miembros del estudio original, encontró que los niños con baja autoestima, los que sentían escaso control sobre su vida o que eran más preocupones, tendían a ser más gordos de adultos. Y el efecto era más marcado para niñas que para varones.

“Aunque no podemos decir que los problemas emocionales de la infancia causan obesidad más tarde en la vida, sí podemos decir que éstos juegan un papel, junto con factores como el IMC de los padres, la dieta y el ejercicio”, dijo Andrew Ternouth, quien dirigió el estudio.

David Collier, otro autor, recordó que la obesidad ha tendido a ser vista como un trastorno metabólico, pero el nuevo estudio prueba “que los problemas emocionales son un factor de riesgo para obesidad”.

Otro dato relevante es que los grados de ansiedad o autoestima captados en la cohorte no eran de nivel patólógico, sino dentro de los rangos de normalidad. De ahí la importancia de tratar a tiempo a niños que se sientan ansiosos o tiendan a minimizarse.

“El mensaje aquí es que el tratamiento temprano, en la infancia, puede ser la clave para combatir la obesidad adulta”, dijo Ian Camp-bell, de la organización Weight Concern.

Por otra parte, en 2007 se encontró que el gen FTO, localizado en el cromosoma 16, tiene una variante asociada a la obesidad. Un individuo en particular puede tener cero copias de este alelo, una copia o dos copias.

Un estudio en casi 40 mil personas hecho en mayo de 2007 demostró que, en promedio, comparados con los de cero copias, los que tenían una copia del alelo (40 por ciento de la población) pesaban 1.2 kilos más, mientras los que tenían dos copias del alelo (cerca del 17 por ciento de la población) pesaban tres kilos más y tenían una tasa de obesidad 1.67 veces mayor.

En septiembre del año pasado, otro estudio atenuó el impacto del primero, al probar que el ejercicio, la actividad física, era capaz de neutralizar en parte la carga genética. Y ahora un estudio realizado en la Universidad Lund, de Suecia, probó que también es posible atenuar el impacto de los genes mediante cambios sencillos en la dieta que involucren bajarle a las grasas.

“Esto significa que el factor crítico es lo que comes”, dijo la autora principal, Emily Sonestedt, del Centro de Diabetes de la institución sueca. “Al menos en el caso del gen FTO, el gen de la obesidad más importante que se ha identificado hasta ahora”.

Para el nuevo informe, los datos que se usaron fueron los del Estudio Malmö sobre Dieta y Cáncer, que documentó extensivamente hábitos alimenticios de su cohorte. Al explorarse la masa de datos en busca de patrones, quedó claro que el riesgo de obesidad entre quienes tenían los alelos de FTO era dramáticamente más alto sólo para las personas que consumían más grasa.

“Para quienes tenían una dieta en la que menos del 41 por ciento de la energía consumida provenía de la grasa, la obesidad no era más común, pese al riesgo heredado”, dijo Sonestedt.

En otras palabras, sentenció la investigadora, no somos esclavos de nuestros genes ni estamos condenados a la obesidad: incluso para quienes al nacer tienen una predisposición hereditaria a la obesidad, el tratamiento psicológico y un estilo de vida apropiado tiene gran valor.

Nivel de amenaza

Cuando fue jefe de salud de Estados Unidos, entre 2002 y 2006, Richard Carmona dijo que la obesidad era “el terrorismo interno” y una amenaza para la salud pública.

Este jueves Carmona dio una plática en San Antonio y volvió sobre el mismo mensaje: los policías, bomberos y militares del mañana son los niños gordos de hoy.

El experto dijo que hay razones económicas importantes para combatir la obesidad: 75 centavos de cada dólar se gastan en enfermedades crónicas, la mayoría prevenibles, muchas ligadas al exceso de peso.

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