Obesidad, un problema global
Aunque este incremento ha ido acompañado de una elevación del consumo de grasas saturadas, no todas las formas de obesidad son iguales.
La obesidad básicamente es un problema de acumulación excesiva de grasa en el cuerpo, un exceso que da lugar a un peso anormal para la estatura y estructura del individuo.
Al definir obesidad debemos tener en cuenta que es difícil medir la masa grasa de un individuo y que también es muy complicado establecer el criterio de "acumulación excesiva" si no tenemos un patrón de "normalidad" al cual referirnos", según apunta M. Alemany, catedrático de Bioquímica de la Universidad de Barcelona (España) y experto en nutrición.
Es evidente que las personas obesas presentan gran cantidad de grasa en el cuerpo, pero es mucho más difícil discernir el grado o intensidad de obesidad en personas que, a lo sumo, presentan un cierto sobrepeso.
En este ámbito suele haber mucha confusión ya que una persona puede tener un peso elevado junto con una importante musculación o bien tener un peso normal junto a unos elevados niveles de grasa superiores a los considerados como normales.
Tablas de peso ideal
Medir la cantidad de grasa es un proceso complicado, aunque en los últimos años la Ciencia ha aportado nuevas herramientas para incrementar la precisión del cálculo.
Algunos especialistas utilizan para valorar el grado de obesidad unas tablas correspondientes a una población ideal, distribuida por sexos y estaturas, que establecen un peso ideal de acuerdo con el Índice de Masa Corporal (IMC).
El exceso de peso se obtendría estableciendo la diferencia, tanto en términos absolutos como relativos, entre el número ideal de kilos y el real.
Aparte del grado de obesidad es importante conocer la distribución de la grasa, pues esta circunstancia tiene mucho que ver con el pronóstico de la patología por existir importantes diferencias metabólicas y funcionales.
Por ejemplo, si medimos la relación entre el perímetro de la cintura y el de las caderas se obtiene un cociente que permite determinar a qué tipo de distribución de la grasa corporal pertenece el paciente.
Un índice igual o superior a uno, para un hombre, y a 0,85 para una mujer, indica que hay una fuerte acumulación de grasa.
Esa acumulación suele presentarse en la parte superior del cuerpo, en el caso de los varones, y en la inferior en el caso de las mujeres. De ahí que esa acumulación en los hombres se manifieste en forma de manzana, o androide, y en las mujeres en forma de pera, o ginoide.
Según un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la distribución androide supone que la mayor parte de la grasa está situada entre las vísceras, mientras que la ginoide está localizada en masas debajo de la piel (zonas subcutáneas).
La grasa visceral es mucho más difícil de eliminar, provoca más complicaciones que la subcutánea y está asociada a un mayor número de enfermedades que suelen aquejar a los obesos: diabetes, arteriosclerosis y problemas cardiovasculares.
Saber el origen
Todas estas aproximaciones son muy útiles tanto desde el punto de vista clínico como en el ámbito de la investigación, pero sólo nos indican cómo es la obesidad, no su origen o etiología.
Los avances en este campo han permitido establecer una serie de etiologías aceptadas universalmente. La obesidad puede ser de origen neurógeno, endocrino, iatrogénico, genético, dietético, de ajuste del ponderostato, o bien por defecto termogénico.
Hay otras clasificaciones de casos más o menos raros que son objeto de estudio debido a que resulta muy difícil de determinar los factores que provocan la enfermedad.
La obesidad neurógena suele presentarse en individuos con alteraciones psíquicas de diversa índole, los cuales son incapaces de controlar su peso al estar afectado su sistema nervioso autónomo por un déficit de la secreción de transmisores que modulan las deposiciones de grasa de reserva.
El hipotiroidismo, el hipogonadismo, el hiperinsulinismo y el hipercorticismo son alteraciones típicas de glándulas del sistema endocrino que pueden determinar la aparición de obesidad.
Estas alteraciones provocan que los adipocitos aumenten de tamaño por acción de los ácidos grasos libres que en ellos penetran y, por medio de un proceso bioquímico denominado esterificación, se convierten de nuevo en triglicéridos.
Una ingesta excesiva de corticoides o antidepresivos puede provocar una obesidad iatrogénica, hasta ahora poco frecuente pero en los últimos años en aumento debido al abuso de este tipo de medicamentos sobre todo en personas propensas a incrementar sus niveles de grasa.
Un 30 por ciento hereditaria
La obesidad tiene mucho de hereditaria por lo que se ha establecido que en torno a un 30 por ciento de los casos tiene origen genético, según han demostrado experimentos de laboratorio que han dado lugar a ratones genéticamente obesos.
Sin embargo, recientes investigaciones de Alfredo Martínez, catedrático de Nutrición de la Universidad de Navarra (norte de España), indican que si bien muchos casos de obesidad tienen su causa en defectos genéticos, para que se manifieste dicha patología deben darse determinadas conductas, como vida sedentaria e ingesta excesiva de grasas, entre otros condicionantes.
Individuos predispuestos genéticamente, o por condicionamiento neural o psicológico, pueden desarrollar una obesidad de origen dietético. Este tipo de patología puede deberse a efectos específicos de algunos alimentos, sobre todo glúcidos y grasas, que resultan muy atractivos para algunos paladares.
M. Alemany considera, sin embargo, que probablemente "la mayor parte de las obesidades" se deban a desajustes o ajustes erróneos, debido a mecanismos que hasta la fecha no han sido claramente determinados, del denominado ponderostato o sistema de natural control de peso corporal.
Un ajuste elevado comporta la deposición y mantenimiento de elevadas cantidades de grasa, mientras que un ajuste más bajo implica su pérdida empleando los mecanismos fisiológicos de control que se suponen perfectamente funcionales. En este tipo de obesidad, los sistemas del organismo luchan por mantener ese peso independientemente de los "sacrificios" que se hagan para variarlo.
Por último, un defecto termogénico, consistente en la incapacidad de nuestro organismo de eliminar en forma de quema de grasas el alimento ingerido en exceso, por encima de nuestras necesidades fisiológicas, puede ocasionar obesidad, de acuerdo también con experimentos con ratones llevados a cabo en laboratorios.
La obesidad básicamente es un problema de acumulación excesiva de grasa en el cuerpo, un exceso que da lugar a un peso anormal para la estatura y estructura del individuo.
Al definir obesidad debemos tener en cuenta que es difícil medir la masa grasa de un individuo y que también es muy complicado establecer el criterio de "acumulación excesiva" si no tenemos un patrón de "normalidad" al cual referirnos", según apunta M. Alemany, catedrático de Bioquímica de la Universidad de Barcelona (España) y experto en nutrición.
Es evidente que las personas obesas presentan gran cantidad de grasa en el cuerpo, pero es mucho más difícil discernir el grado o intensidad de obesidad en personas que, a lo sumo, presentan un cierto sobrepeso.
En este ámbito suele haber mucha confusión ya que una persona puede tener un peso elevado junto con una importante musculación o bien tener un peso normal junto a unos elevados niveles de grasa superiores a los considerados como normales.
Tablas de peso ideal
Medir la cantidad de grasa es un proceso complicado, aunque en los últimos años la Ciencia ha aportado nuevas herramientas para incrementar la precisión del cálculo.
Algunos especialistas utilizan para valorar el grado de obesidad unas tablas correspondientes a una población ideal, distribuida por sexos y estaturas, que establecen un peso ideal de acuerdo con el Índice de Masa Corporal (IMC).
El exceso de peso se obtendría estableciendo la diferencia, tanto en términos absolutos como relativos, entre el número ideal de kilos y el real.
Aparte del grado de obesidad es importante conocer la distribución de la grasa, pues esta circunstancia tiene mucho que ver con el pronóstico de la patología por existir importantes diferencias metabólicas y funcionales.
Por ejemplo, si medimos la relación entre el perímetro de la cintura y el de las caderas se obtiene un cociente que permite determinar a qué tipo de distribución de la grasa corporal pertenece el paciente.
Un índice igual o superior a uno, para un hombre, y a 0,85 para una mujer, indica que hay una fuerte acumulación de grasa.
Esa acumulación suele presentarse en la parte superior del cuerpo, en el caso de los varones, y en la inferior en el caso de las mujeres. De ahí que esa acumulación en los hombres se manifieste en forma de manzana, o androide, y en las mujeres en forma de pera, o ginoide.
Según un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la distribución androide supone que la mayor parte de la grasa está situada entre las vísceras, mientras que la ginoide está localizada en masas debajo de la piel (zonas subcutáneas).
La grasa visceral es mucho más difícil de eliminar, provoca más complicaciones que la subcutánea y está asociada a un mayor número de enfermedades que suelen aquejar a los obesos: diabetes, arteriosclerosis y problemas cardiovasculares.
Saber el origen
Todas estas aproximaciones son muy útiles tanto desde el punto de vista clínico como en el ámbito de la investigación, pero sólo nos indican cómo es la obesidad, no su origen o etiología.
Los avances en este campo han permitido establecer una serie de etiologías aceptadas universalmente. La obesidad puede ser de origen neurógeno, endocrino, iatrogénico, genético, dietético, de ajuste del ponderostato, o bien por defecto termogénico.
Hay otras clasificaciones de casos más o menos raros que son objeto de estudio debido a que resulta muy difícil de determinar los factores que provocan la enfermedad.
La obesidad neurógena suele presentarse en individuos con alteraciones psíquicas de diversa índole, los cuales son incapaces de controlar su peso al estar afectado su sistema nervioso autónomo por un déficit de la secreción de transmisores que modulan las deposiciones de grasa de reserva.
El hipotiroidismo, el hipogonadismo, el hiperinsulinismo y el hipercorticismo son alteraciones típicas de glándulas del sistema endocrino que pueden determinar la aparición de obesidad.
Estas alteraciones provocan que los adipocitos aumenten de tamaño por acción de los ácidos grasos libres que en ellos penetran y, por medio de un proceso bioquímico denominado esterificación, se convierten de nuevo en triglicéridos.
Una ingesta excesiva de corticoides o antidepresivos puede provocar una obesidad iatrogénica, hasta ahora poco frecuente pero en los últimos años en aumento debido al abuso de este tipo de medicamentos sobre todo en personas propensas a incrementar sus niveles de grasa.
Un 30 por ciento hereditaria
La obesidad tiene mucho de hereditaria por lo que se ha establecido que en torno a un 30 por ciento de los casos tiene origen genético, según han demostrado experimentos de laboratorio que han dado lugar a ratones genéticamente obesos.
Sin embargo, recientes investigaciones de Alfredo Martínez, catedrático de Nutrición de la Universidad de Navarra (norte de España), indican que si bien muchos casos de obesidad tienen su causa en defectos genéticos, para que se manifieste dicha patología deben darse determinadas conductas, como vida sedentaria e ingesta excesiva de grasas, entre otros condicionantes.
Individuos predispuestos genéticamente, o por condicionamiento neural o psicológico, pueden desarrollar una obesidad de origen dietético. Este tipo de patología puede deberse a efectos específicos de algunos alimentos, sobre todo glúcidos y grasas, que resultan muy atractivos para algunos paladares.
M. Alemany considera, sin embargo, que probablemente "la mayor parte de las obesidades" se deban a desajustes o ajustes erróneos, debido a mecanismos que hasta la fecha no han sido claramente determinados, del denominado ponderostato o sistema de natural control de peso corporal.
Un ajuste elevado comporta la deposición y mantenimiento de elevadas cantidades de grasa, mientras que un ajuste más bajo implica su pérdida empleando los mecanismos fisiológicos de control que se suponen perfectamente funcionales. En este tipo de obesidad, los sistemas del organismo luchan por mantener ese peso independientemente de los "sacrificios" que se hagan para variarlo.
Por último, un defecto termogénico, consistente en la incapacidad de nuestro organismo de eliminar en forma de quema de grasas el alimento ingerido en exceso, por encima de nuestras necesidades fisiológicas, puede ocasionar obesidad, de acuerdo también con experimentos con ratones llevados a cabo en laboratorios.
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