EE.UU. quiere que las personas sepan cuántas calorías van a consumir, incluso en un avión o cine

Estados Unidos planea extender la publicación de información calórica que impuso hace poco a restaurantes, a miles de lugares que ofrecen comida, incluyendo aviones comerciales, salas de cine y minimercados.

La expansión se deriva de disposiciones incluidas en la reforma del sistema de salud promulgada en marzo. La intención del gobierno es que las personas, al saber cuántas calorías tienen los platos que planean consumir, puedan tomar decisiones más saludables sobre su alimentación.

Hasta el momento, la extensión de la medida ha obtenido el apoyo de defensores de la nutrición, pero también el rechazo de varias industrias que dicen que la legislación original no estaba diseñada para ellas.

"Las personas que van al cine no lo hacen en primer lugar para comer", asegura Gary Klein, vicepresidente de un grupo que representa a dueños de salas de cine. "¿Por qué no están incluidos los estadios de béisbol? ¿Acaso piensan que la comida de los estadios es sana?".

Los estadios están exentos porque en la ley del sistema de salud dice que las cadenas de restaurantes con 20 locales o más deben anunciar la información calórica en sus menús. La medida entró en vigencia cuando el presidente Barack Obama firmó la ley, pero los restaurantes no tienen que acatarla hasta que las multas se hagan efectivas a comienzos del año próximo.

[Calorias] Joe Fornabaio/The Wall Street Journal

Lista de calorias en un restaurante de la cadena Fresh & Co.

En las reglas preliminares anunciadas la semana pasada, la Administración de Drogas y Alimentos de EE.UU. (FDA, por sus siglas en inglés) afirmó que el ámbito de la ley va más allá de restaurantes y aplica también para aerolíneas, trenes, comedores de supermercados, cines y minimercados que ingresan en la categoría de cadenas. La FDA planea anunciar oficialmente quién estará sujeto a la ley y cómo en diciembre.

Para los consumidores, el cambio marca la nueva fase de requerimientos de etiquetado nutricional que revolucionó la industria de alimentos empacados en la década de los 90. Alrededor de 20 ciudades o estados de EE.UU. ya han aprobado ordenanzas locales que exigen incluir las calorías en menús desde que la ciudad de Nueva York impulsó la medida en 2008.

Los defensores de la salud dicen que el cambio podría ser una poderosa herramienta en la lucha contra la epidemia de obesidad en el país, una prioridad en Washington desde que la primera dama Michelle Obama hiciera de la obesidad infantil su causa principal en febrero.

"Todo el mundo tendrá que estar un poco más informado y eso es bueno", opinó Lou Sheetz, vicepresidente ejecutivo en Sheetz Inc., una cadena de minimercados con 380 locales en seis estados.

La cadena se prepara para divulgar la información calórica en los quioscos donde los clientes hacen pedidos de comidas. "Con toda seguridad, tendrá un impacto negativo en esas comidas que tienen más calorías de lo que la gente pensaba", estima Sheetz. Pero esto tendrá que sopesarse por ventas más altas de productos más sanos, predijo.

Las investigaciones muestran resultados mixtos sobre si el requerimiento de la ciudad de Nueva York llevó a los consumidores a seleccionar alimentos más sanos. Un estudio de 2009 publicado en la revista Health Affairs no encontró evidencia de que etiquetar los menús influenció el número total de calorías compradas por residentes de Nueva York. Un estudio de la Universidad de Stanford sobre locales de Starbucks en la ciudad de Nueva York encontró que el promedio de calorías por transacción cayó 6% luego de que se ajustaran los menús.

Para las industrias que no necesariamente usan menús, los requerimientos podrían imponerles un nuevo dilema. American Airlines dice que no ofrece menús impresos en la cabina principal de sus vuelos internacionales, aunque sí en primera clase.

Los reglamentos iniciales indican que los minimercados, por su parte, podrían tener que colocar información calórica para comidas vendidas en grandes cantidades en los pasillos. Las tiendas sostienen que es casi imposible darle información útil sobre el contenido calórico en los barras de ensaladas, por ejemplo, ya que el cliente determina su propia porción.

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