El invierno ya no es excusa para engordar...
distintas proporciones. Esto se debe, a que el organismo requiere de
una mayor cantidad de calorías para mantener la temperatura corporal,
y ante tal demanda el individuo cambia sus hábitos alimentarios.
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Por Claudia Durán, Médica especialista en Nutrición
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A menor temperatura ambiente, más debe trabajar el organismo para
mantener la temperatura de equilibrio. Eso genera un gasto que
requiere de calorías extras.
Sin embargo, no puede atribuirse a estos cambios el hecho de que la
persona aumente de peso, puesto que esto podría evitarse si se
ingirieran los alimentos adecuados para estas condiciones. Además,
esta demanda extra de calorías ronda apenas el 3 al 5 por ciento del
total habitual. Esto varía según la temperatura media del lugar de
residencia de la persona, y del grado de calefacción de los lugares en
los cuales se desenvuelve a lo largo del día.
En rigor, una de las principales causas del aumento de peso en el
invierno es el abandono de la actividad física al aire libre. Por otro
lado, se cae en el consumo de alimentos hipercalóricos tales como
chocolates, salsas y guisos, en forma desmedida.
Algunas de las prácticas alimenticias que cambian ante la llegada del
frío son: comer más verduras cocidas que ensaladas frescas; comer más
pastas, legumbres o guisos, y acompañar las comidas con más infusiones
y caldos. Hay que evitar el exceso de alimentos calóricos tales como
chocolates o alfajores, cosa que habitualmente no ocurre en verano,
cuando se suelen consumir más frutas.
Si bien nuestro cuerpo buscará naturalmente un aumento de calorías,
en realidad no es necesario que éste sea tan marcado, ni recurrir a
alimentos hipercalóricos, sino a aquellos que den naturalmente
sensación de calor.
Algunos consejos
Uno de los principales consejos, es orientar nuestra dieta hacia la
ingesta de estos alimentos que ayuden a mantener el calor corporal y
faciliten la generación de energía, sin sobrepasar los límites
adecuados de calorías necesarias.
Reemplazar las ensaladas por panachés de verdura; las frutas frescas
por compotas, que pueden comerse tibias; las verduras frescas en
general por legumbres, lentejas, porotos y garbanzos, que dan calor al
cuerpo.
Además de comer la fruta en compota, hay algunos trucos para
aclimatar el cuerpo sin agregar excesivas calorías. Uno de ellas es
establecer la sopa como plato central, variando su preparación entre
el arroz, los fideos, la avena y la clara de huevo batida, y
preparadas de manera espesa cuando son ingeridas como plato único.
A nivel líquido, se sugiere tomar muchas infusiones calientes al día
en lugar de agua fresca. Éstas de por sí no tienen calorías, si se
toman con edulcorante. Otra buena práctica es tomar caldos
instantáneos, que si bien no tienen la consistencia suficiente para
ser una comida central, mantienen al cuerpo en temperatura,
aportándole pocas calorías extras, pudiéndosele agregar un par de
cucharadas de puré de calabaza.
A nivel condimentos, se recomienda el picante, el pimiento. Estos dan
la sensación de calor.
Buenas prácticas
Los hábitos de alimentación, desde el punto de vista de las formas, no
deben modificarse con el frío. No se deben aumentar las cantidades. Se
debe mantener un buen desayuno, y almorzar más fuerte que lo que
ingeriremos en la cena. Sin embargo esto es difícilmente practicable
en nuestra sociedad, y por ello pretendemos al menos que la cena sea
completa pero no pesada.
Cocinar mucho utilizando el horno, y aprovechando así su calor. Se
pueden hacer desde tartas hasta carnes al horno con verdura.
Para mantenerse en línea durante el invierno se recomienda, además, no
abandonar la práctica de actividades físicas, situación que suele
darse luego del verano. Estas no sólo mantienen al cuerpo ejercitado
sino que se convierten en una fuente de regulación de la temperatura.
En este sentido siguen siendo importantes las caminatas al aire libre,
la bicicleta, la natación y cualquier tipo de deporte. Hay que ver la
actividad física como algo no estacional.
¿Cuánto se suele aumentar de peso en el invierno?
Una realidad del consultorio es que baja marcadamente el nivel de
consultas relacionadas con el sobrepeso durante la época fría del año.
La gente desaparece en mayo, junio, y regresa a fines de agosto,
cuando ya no están tan tapados de ropa y se aproxima el verano.
Con respecto a los riesgos de exceso, hay distintos casos. Aquel que
después de sus vacaciones de verano logró bajar los habituales kilos
de más que adquirió durante sus días de descanso, puede que pase el
invierno con aumentos muy leves. Pero si la persona empalmó el exceso
de las vacaciones con la llegada del frío y sus consecuentes cambios
alimentarios, es muy posible que la tendencia de aumento se acumule.
Estadísticamente, aproximadamente el 85% de las personas que tienen
tendencia al sobrepeso y a la obesidad recuperan en el invierno algo
del peso que habían podido bajar. En cambio, quienes no tienen esta
tendencia van oscilando, subiendo y bajando sin esfuerzos.
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