Obesidad y su impacto emocional

No sólo afecta al aparato locomotor, a la mayor parte de los órganos del cuerpo y al funcionamiento cardiovascular.

La obesidad también tiene un impacto muy fuerte a nivel emocional e incluso, en muchos casos, los problemas psicológicos son el factor desencadenante de esta enfermedad 

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Por Claudia Durán, Médica especialista en Nutrición  
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En una compleja conversación entre cerebro, grasa y corazón en la que en los últimos años estamos asistiendo a una epidemia importante de obesidad y las perspectivas de futuro en este sentido son pesimistas, siendo más frecuente en mujeres y aumenta con la edad.

La realidad psicológica de la obesidad  Se trata de una enfermedad conflictiva de  tratar y requiere un abordaje amplio que no sólo tenga en cuenta el plan alimentario personalizado  y un programa de ejercicio físico, también es imprescindible el apoyo emocional. 

Muchas veces, el aspecto mental constituye la causa de la enfermedad (aparte de los factores genéticos, ambientales y el estilo de vida). Se utiliza  el alimento como una sustancia que les permite "solucionar sus problemas" (tristeza, malestar) y aquí empieza un proceso de ingestión descontrolada que  lleva a la obesidad. 

Generalmente, la autoestima de la persona obesa disminuye, la imagen de sí misma degenera, siente miedo, inseguridad, tristeza, infelicidad, depresión, problemas en las relaciones sexuales.

Estos trastornos psicológicos se deben, en parte, a las dificultades sociales que la obesidad acarrea y a la personalidad del paciente (son personas emocionalmente inestables, hipersensibles, inseguros y más dependientes que el resto de la sociedad). 

La sociedad actual es obeso-fóbica, premia los modelos físicos inalcanzables que la publicidad propone. Estas personas viven bajo mucha presión, tienen dificultades cuando utilizan el transporte (aviones, autobús), para encontrar tallas, para relacionarse, sufren discriminación laboral, problemas de pareja y a veces hasta aislamiento social.

Esta situación es la que hace que el 22% de las personas obesas padezca trastornos mentales (depresión, ansiedad) a lo largo de la vida. La desesperación de la persona obesa la lleva a buscar remedios 'mágicos' (productos y dietas engañosas) que acaban en frustración. Este tipo de industria es absolutamente delincuente.

Hay publicidad engañosa que se aprovecha de esta situación. Existen dietas (como las del 'grupo sanguíneo', la de la 'sopa') que pueden provocar déficit de vitaminas, proteínas y minerales, desencadenar trastornos de la alimentación como anorexia y bulimia y favorecer el efecto yo-yo. Las dietas que prometen "reducir más de cinco kilos por mes y sin esfuerzos" son falsas.

Es importante hacer prevención y tratar la enfermedad lo antes posible, pero siempre en manos de un médico nutricionista preparado y entrenado para acompañar emocionalmente al paciente. Si analizamos  paso a paso cómo se genera la enfermedad desde que el individuo comienza a comer más hasta que se hace enfermo crónico, comprobamos cómo se origina el daño, y hasta qué punto es irreversible y si podemos reorientar antes de que el problema no tenga remedio.


Las cifras de obesidad infantil aumentan 

En los últimos 15 años se ha triplicado, por lo que es necesario encontrar estrategias para combatir este problema, desde el colegio y en el entorno familiar. 

La base genética es un componente muy pequeño como causante de la obesidad. El factor principal es comer más de lo que gastamos. Cada vez consumimos más grasa, más azúcares y nos movemos menos. En el caso de las familias con varios miembros obesos, no es tanto por genética como por compartir malos hábitos en la alimentación y actividad física.

Según un estudio realizado en EE.UU, la obesidad puede ser contagiosa. Se transmiten los modelos conductuales de los amigos, los familiares y la pareja. Todo lo que hacemos requiere un gasto de energía, incluso mientras dormimos.

Dicha energía proviene de los alimentos, así que la clave está en no ingerir más de lo que se se va a gastar. De lo contrario, la grasa comienza a acumularse alrededor de los órganos y genera metabolitos tóxicos responsables de su mal funcionamiento y es cuando comienzan los graves problemas de salud.

No se trata de no comer o comer poco sino de tener un plan alimentario personalizado, sano  y equilibrado, con el adecuado acompañamiento y contención emocional, aparte de hacer ejercicio físico.

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