Consecuencias del aumento global del precio de los alimentos

Por Dres. Karen Lock, David Stuckler, Kate Charlesworth, Martin McKee

Muchas veces y en muchos lugares a lo largo de la historia se han producido incrementos importantes del precio de los alimentos. El reciente aumento difiere en su alcance global y el grado de volatilidad. Entre enero de 2006 y julio de 2009 hubo un aumento global del precio de los alimentos de un 75% haciendo que un adicional de 75 millones de personas en todo el mundo se vuelvan desnutridos.

Los autores evaluaron cuáles son los factores que contribuyeron al aumento de los precios de los alimentos y analizan las consecuencias potenciales sobre la seguridad alimentaria y la salud pública. Como se calcula que los precios de los alimentos permanecerán elevados por varios años, también se debaten las políticas que podrían ayudar a la salud pública mediante el aporte de alimentos seguros y baratos

¿Cuánto ha aumentado el precio de los alimentos?

Los precios de los alimentos en el mundo han comenzado a subir desde 2003 pero la tasa aumentó muchos y en forma acelerada a partir de 2006, alcanzando el record a mediados de 2008. El 14% aumentó en 2006 y se observó en el índice de precios de los alimentos básicos, un índice de precios de los principales alimentos ponderados según la cuota de mercado, el cual fue eclipsado por el aumento del 27% en 2007. Aunque los precios de los alimentos cayeron en la segunda mitad de 2008, en enero de 2009 el índice de precios estaba todavía un 26% por encima del que había habido 3 años antes. Sin embargo, debajo de estas cifras globales, las tendencias de los precios de los productos básicos de importancia a nivel mundial son muy diferentes. Aunque el aumento de precios para el aceite de palma en 5 años fue sólo del 4%, el trigo aumentó un 48%, los plátanos un 64%, y el arroz un 189%.

Estos incrementos de los precios de los alimentos básicos se han transmitido rápidamente a los consumidores a través del aumento de precios al por menor. En el Reino Unido, casi todos los productos alimenticios se han visto afectados, aunque en distinta medida. En general, los precios de los alimentos densos en energía como los refrescos y las comidas rápidas, en los que el encarecimiento se produce en la transformación y la comercialización, han sido más resistentes al aumento rápido que los precios de los alimentos básicos no procesados.

¿Por qué están aumentando los precios mundiales de los alimentos?

Los últimos aumentos de precios de los alimentos reflejan una combinación compleja de cambios a corto plazo en la oferta y la demanda que se superponen con las tendencias mundiales a largo plazo. Se han principalmente 5 explicaciones:

1) El cambio de la dieta en los mercados emergentes.

El aumento de la demanda agregada global de los alimentos refleja tanto el crecimiento de la población mundial como el aumento de las cantidades y la diversidad de los alimentos consumidos. Personas que viven en economías de rápido crecimiento como Brasil, Rusia, India y China han pasado de las dietas con vegetales tradicionales de la canasta familiar a alimentos básicos más caros de la industria cárnica y láctea. Para satisfacer las actuales proyecciones de la demanda es necesario aumentar la producción de carne en un 85% entre 2000 y 2030. Sin embargo, las industrias lechera y de la carne son relativamente ineficaces en términos de grano, tierra y uso del agua, por lo que hay mayor demanda de grano y en consecuencia, de su precio. En todo el mundo la producción pecuaria también contribuye con un 20% del total de emisiones de gases de invernadero, con el consiguiente calentamiento global que afecta a la producción agrícola.

2) Cambios en el comercio agrícola

La mayor demanda ha coincidido con una declinación de la producción y reserva de alimentos. Antes de 2000, la caída de los precios de los alimentos a nivel mundial redujo el interés en invertir en la investigación y el desarrollo de la agricultura. Las tierras de cultivo pasaron a tener un uso alternativo o para cultivos no alimentarios como los biocombustibles. El Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM) también alentaron el crecimiento de las exportaciones, desestabilizando algunos sistemas alimentarios locales. El incentivo del crecimiento de los cultivos para exportación llevó a muchos países en desarrollo a convertirse en importadores netos de productos alimenticios básicos, lo que los hace vulnerables cuando la crisis tiene como consecuencia la caída de las ganancias de la exportación agrícola, lo cual impide cubrir los costos de las necesidades básicas. Por ejemplo, en México, estas políticas condujeron a la alimentación a base de cereales y al desplazamiento de la producción de carne y los alimentos básicos como el maíz y trigo.

Los países desarrollados han presionado al mundo en desarrollo suprimiendo las subvenciones en aras de la liberalización del comercio (por ejemplo, a través de las negociaciones de la Organización Mundial del Comercio), en gran medida para mantener las subvenciones para sus propios agricultores. Los subsidios gubernamentales y los aranceles, tales como los de las políticas agrícolas comunes de la Unión Europea y el Farm Hill de EE.UU. han inflado artificialmente los precios internacionales de algunos, mientras que la producción más barata y eficiente en los países en desarrollo se vio obligada a salir del negocio. Por ejemplo, en Ghana, debido a la importación masiva de aves de corral de la UE en 2003, el parlamento decidió aumentar los aranceles de importación. El FMI presionó para revertir esa decisión y finalmente en Ghana quedó desvastada la industria local de aves de corral.

Las políticas de Brasil, la UE y EE. UU. que apoyan la producción de biocombustibles líquidos, como el etanol del maíz o la caña de azúcar y los biodiesel de los cultivos oleaginosos, son especialmente polémicas. En la mayoría de los países industriales, la producción de biocarburantes es económicamente inviable. Para competir con los combustibles se necesitan incentivos para la producción y el consumo como así tarifas de protección para los biocarburantes. Más del 60% del aumento del precio del maíz ocurrido entre 2005 y 2007 puede atribuirse a la expansión en los EE.UU. del programa de etanol, agravado por la disminución de las existencias en los principales países exportadores.

3) Aumento del costo del cumbustible

La agricultura moderna requiere energía intensiva. La energía es necesaria en todas las etapas de la producción de alimentos, tanto directamente (en el cultivo, el procesamiento, la refrigeración, la distribución) como indirectamente (la fabricación de abonos, plaguicidas, equipos). El rápido incremento de los precios del petróleo en 2007-2008 aumentó los costos de la producción agrícola y estimuló la producción de biocarburantes. A pesar de la reciente caída del precio del petróleo, el índice del precio del combustible mundial (energía) para los productos básicos sigue siendo 59% más elevado que hace 5 años.

4) Cambios climáticos

Los cambios climáticos afectan los precios de los alimentos tanto a corto como a largo plazo. Los incidentes climáticos extremos que ocurren en los principales países productores causaron una caída de la producción cerealera mundial del 2,1% en 2006. Las sucesivas sequías en Australia, uno de los países productores de trigo más grande del mundo, han seguido afectando el suministro, aunque esto fue contrarrestado por el aumento de la producción mundial y el posterior descenso de los precios en 2008. El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático predice que cada vez son más frecuentes los fenómenos meteorológicos extremos, el agotamiento de los recursos hídricos, la degradación del suelo y la interrupción de la producción mundial de alimentos a largo plazo. También se espera que la productividad agrícola descienda hasta un 50% en algunos lugares, como el África ubsahariana.

5) La inversión especulativa en los mercados agrícolas

Estos factores a largo plazo no pueden explicar el grado de volatilidad de los precios de los alimentos en los últimos 2 años. Una explicación es que desde el colapso de la vivienda en EE.UU. y los mercados de derivados que se inició en 2006, los fondos de cobertura y los inversores especulativos han entrado en el mercado de productos básicos a futuro, incluyendo los destinados a la agricultura. A principios de 2008, las inversiones especulativas en energía y alimentos básicos provocó aumentos muy importantes en el corto plazo de los precios de los alimentos, especialmente el arroz y el trigo. Ésto refleja una demanda mayor por parte de los inversores virtuales pero con poca o ninguna relación con el suministro mundial o nacional de productos alimenticios o con la demanda de los consumidores. La precipitada caída de los precios finales de ese año finalizó con el ciclo boom-quiebra característico de las inversiones especulativas.

De los 5 factores arriba mencionados, solo los mercados financieros y los regímenes de negocios son susceptibles de modificaciones en el corto plazo. Las previsiones de la FAO de las Naciones Unidas (UN Food and Agriculture Organisation) y el Departamento de Agricultura de los EE.UU. predicen un aumento continuado de los precios ya elevados de los alimentos hasta fines de 2012.

Consecuencias en la salud pública del aumento de los precios de los alimentos

El aumento del precio de los alimentos tendrá diferentes efectos en la salud pública de los países de ingresos bajos, medios y elevados. Los países de bajos ingresos que dependen en gran medida de las importaciones de alimentos, como muchos en África, son particularmente vulnerables a la inseguridad alimentaria cuando se produce un aumento de los precios de los alimentos. Casi 3 millones de personas en todo el mundo sobreviven con menos de 2 dólares diarios (£1,20; € 1,40) y ya gastan más de la mitad de sus ingresos en alimentos. Cualquier incremento de los precios, en el mejor de los casos, lleva a una dieta de peor calidad y, en el peor de los casos, aumenta los índices de la malnutrición y la deficiencia de micronutrientes.

En 2007, el costo total de las importaciones de alimentos de los países en desarrollo aumentó aproximadamente un 25%, con aumentos del 60% para el trigo y 189% para el arroz. La FAO estima que estos incrementos aumentan el número de personas desnutridas, cuya ingesta de energía alimentaria es inferior a la necesaria para mantener una vida saludable y activa, con un costo de 75 millones de euros en 2007 (41 millones en Asia Pacífico, 6 millones en América Latina y el Caribe, 4 millones en el norte de África, 24 millones en el África subsahariana). El BM ha estimado que esos aumentos de los precios de los alimentos empuja a 100 millones de personas a la pobreza en todo el mundo, lo que ha dado lugar a disturbios sociales en países de África, Asia y América.

En los países de ingresos medios, las consecuencias para la salud son, sin embargo, más difíciles de predecir y dependen del equilibrio entre la producción nacional y las importaciones. Los países que son productores netos, como algunos en América Latina, podrían beneficiarse si los altos precios internacionales filtran a los agricultores locales, fortaleciendo un desarrollo agrícola que permita aumentar la producción y mejorar el sustento de las zonas rurales.

En otros países de ingresos medios y los países de ingresos elevados, el aumento de los precios de los alimentos ha llevado a los consumidores, en general, a gastar menos en alimentos inclinándose por la compra de alimentos relativamente más baratos y de peor calidad para ahorrar dinero. En los EE.UU. y el Reino Unido, el precio de la densidad de energía, como la de los alimentos pobres en nutrientes, ha tendido a subir menos que el precio de los productos más saludables, haciéndolos más asequibles. En consecuencia, las empresas de comida rápida y refrescos como McDonald''s han venido registrando beneficios a pesar de la caída general del gasto de los consumidores. Esto no sólo afecta a los consumidores individuales, sino también a las respuestas de política social, con la reducción de los ingredientes saludables en la dieta escolar y del presupuesto para los vales de alimentos. Como el aumento de los costos de los alimentos básicos contribuiría a erosionar el poder adquisitivo de la población pobre, la calidad de sus dietas es muy probable que sufra, exacerbando las desigualdades en el campo de la salud.

¿Cuál fue la respuesta de la política?

En el otoño de 2007, muchos países tomaron medidas para minimizar el impacto del aumento de precios de los alimentos mediante la introducción de mecanismos de protección comercial internos, adecuados para garantizar el suministro de alimentos. Por ejemplo, China, Brasil, Argentina, Ucrania y Rusia, han aumentado los aranceles de exportación o han prohibido por completo la exportación de trigo, arroz y otros alimentos, lo que aisló a sus mercados pero hizo aumentar los precios en otras naciones. Algunos de estos países también han impuesto límites máximos nacionales de los precios de los alimentos para proteger a los grupos en situación de riesgo.

Organizaciones como el BM, el FMI, y la FAO se han opuesto firmemente a estas acciones, con el argumento de los gobiernos de querer apoyar los ingresos de los pobres en lugar de protegerlos de la intervención en el marcado. Afirman que la intervención a corto plazo puede tener consecuencias inesperadas a largo plazo, tales como disminuir los incentivos para la producción agrícola o fomentar a los grandes minoristas para que reduzcan las ganancias de agricultores. El enfoque de las Naciones Unidas hace hincapié en la bondad de las estrategias de emergencia, incluida la ayuda alimentaria para apoyar los programas de mayor riesgo en el corto plazo hasta que se apliquen buenos sistemas de protección social. En 2008, el BM y el FMI anunciaron una serie de medidas de mitigación de emergencia, con ayuda monetaria a los países gravemente afectados. Sin embargo, la magnitud del problema se desprende del Programa Mundial de Alimentos, de la solicitud de un adicional de 500 millones de dólares en 2008 para mantener los suministros existentes, ya que los precios aumentaron.

Hasta el momento, esta estrategia de emergencia de bienestar para los pobres ha resultado vulnerable a la crisis financiera mundial. El valor de la ayuda monetaria existente se reducirá como consecuencia de la inflación y la devaluación de la moneda, y se teme que algunos países reduzcan sus compromisos de ayuda para el desarrollo. En febrero de 2009, el FMI privó a Ucrania de un segundo tramo del préstamo, ya que no había congelado el gasto público incluyendo la seguridad social. La principal estrategia a corto plazo a disposición de los gobiernos¾la protección de los mercados nacionales, como han hecho los países ricos-es rechazada por el BM. Pero la comunidad mundial ha abandonado a muchos países que luchan con pocas alternativas.

¿Qué se podría hacer?

En abril de 2008, el secretario general de las Naciones Unidas estableció una fuerza de tareas de alto nivel parra coordinar las acciones sobre la crisis alimentaria global. La fuerza de tarea propuso una respuesta completa para las necesidades inmediatas de las poblaciones vulnerables, mientras las cadenas de alimentos se hacen más resistentes a largo plazo. Las respuestas políticas a largo plazo son un desafío muy difícil y deben hallar el modo de proteger a los grupos vulnerables de los futuros shocks de precios de los alimentos mientras se crea un sistema de alimentos global que promueva la salud pública y reduzca las desigualdades en todo el mundo. Un elemento es fortalecer los sistemas agrícolas. En 2008, dos informes internaciones muy importantes, el World Development Report (Informe de Desarrollo Mundial) y el International Assessment of Agricultural Knowledge, Science and Technology for Development (Evauación Internacional del Conocimiento, la Ciencia y la Tecnología para el Desarrollo) (aprobado por 58 gobiernos) pusieron de relieve la necesidad de aumentar la productividad y la diversidad agrícola para atender la salud y los objetivos de desarrollo. Estos informes están destinados a apoyar la investigación en agricultura; mejorar los accesos a la educación, el crédito y la tecnología para los agricultores rurales y, la inversión en sistemas de producción sustentables. La FAO estima que los países más afectados por la crisis mundial, principalmente África, necesitarán 30.000 millones de dólares anuales adicionales para asegurar la seguridad de los alimentos y reavivar los sistemas agrícolas.

Sin embargo, los regímenes de comercio mundial podrían impedir esta inversión necesaria. Aunque el comercio puede ser un mecanismo para que los países reduzcan la pobreza, la liberalización unilateral del comercio mayorista, con el apoyo del BM y el FMI, se ha asociado con una mayor desigualdad salarial, una mayor inseguridad económica, y cambios adversos en la dieta, mientras que no ha habido acumulación de los beneficios esperados por el crecimiento económico. Hay un creciente reconocimiento de que cualquier liberalización futura requiere normas acordadas que promuevan resultados equitativos para los países ricos y pobres, mientras se adoptan medidas circunstanciales contra los acontecimientos adversos inesperados. Desafortunadamente, esta perspectiva está disminuyendo con el continuo fracaso de la Ronda de Doha de negociaciones comerciales mundiales.

A igualdad de condiciones debe ir acompañada de la inversión en las instituciones y la infraestructura en el desarrollo de los países, al proporcionar la capacidad nacional para desarrollar los sistemas alimentarios locales que puedan mitigar sus consecuencias nocivas a corto plazo sobre los efectos del mercado. Los cambios pueden incluir la diversificación de los sistemas alimentarios locales, alentar a los agricultores a mejorar los planteamientos para los medios de subsistencia mediante el fortalecimiento de las cadenas de suministro local y el acceso a los mercados, y la biotecnología y otras soluciones de tecnología (asumiendo que los agricultores pobres no queden excluidos a causa de los derechos de propiedad intelectual).

Se deben eliminar las distorsiones del mercado que afectan a la producción de alimentos. Para justificar su apoyo, los defensores de los biocarburantes citan razones ambientales y económicas, incluido el cambio climático, los nuevos mercados agrícolas, y la seguridad energética del sector público. Sin embargo, la producción de biocombustibles ha reducido la superficie de tierra disponible para el cultivo de alimentos y el aumento de los precios de los alimentos, y hay preocupación de que podría empeorar aún más la desigualdad de ingresos de la población rural pobre ya que es probable que con el cultivo de biocombustibles sean los productores a gran escala los que se benefician. La FAO ha exhortado a dar prioridad a las políticas de biocombustibles sobre la seguridad de los alimentos en el mundo. Otras medidas adoptadas incluyen la liberación de las tierras retiradas previamente de la producción para no exceder las cuotas de producción. El Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo y la FAO planean restablecer la producción en 13 millones de hectáreas de tierras agrícolas en la ex Unión Soviética.

Aunque las subvenciones agrícolas son en general demasiado pequeñas para influir directamente en la demanda de los consumidores (ya que su efecto se diluye por los costos de fabricación, distribución y comercialización) no tienen un efecto significativo en el nivel productor. Estudios de caso de Brasil, Colombia y Chile mostraron que los cambios en las políticas agrícolas y de producción están vinculados a la transferencia del consumo al aceite de soja, carne, frutas, e influyeron en el riesgo de enfermedades no comunicables. Las subvenciones agrícolas han afectado la calidad de la dieta en todo el mundo a través de la promoción de productos de alto contenido de grasas, la densidad de energía de los alimentos. El fomento del maíz y la soja ha hecho que ingredientes como el jarabe de maíz, con elevado contenido de fructosa, y los aceites parcialmente hidrogenados sean omnipresentes en la producción de alimentos industriales. No tienen valor nutritivo y se utilizan sólo como aromatizantes o para prolongar la vida útil. Aunque ésto puede dar lugar a un abaratamiento de los alimentos procesados, los ingredientes como los ácidos grasos trans aumentan significativamente el riesgo de enfermedades cardiovasculares. En cambio, los cultivos alimentarios más saludables tales como frutas y hortalizas reciben poco apoyo del gobierno en la UE. Si bien las medidas fiscales como los impuestos para los alimentos poco saludables han demostrado ser impopulares, una alternativa sería la de subvencionar la producción o venta de alimentos en función de los beneficios para la salud pública.

La política alimentaria mundial se encuentra en un período de transición, con muchas amenazas pero también brindando una oportunidad para desarrollar políticas que no sólo aumenten la cantidad sino también la calidad nutricional y la continuidad del suministro de alimentos. La política internacional actual se centra en el mantenimiento de la liberalización del comercio y en el aumento del apoyo social. Esto no sustituye una estrategia mundial coordinada para lograr el desarrollo sostenible y el suministro asequible de alimentos saludables, sino que también permite la disminución de la pobreza y la implementación de planes importantes para enfrentar las contingencias de emergencia durante las crisis de alimentos como lo es el rápido aumento de los precios. Una nueva iniciativa del gobierno del Reino Unido para la alimentación y la agricultura mundial en el futuro es estudiar la manera de cumplir estos desafíos. El marco mundial para el control del tabaco pone de manifiesto que es posible promulgar regímenes internacionales para promover la salud, pero la situación con los alimentos es más compleja. La creación de sistemas de alimentación saludables requerirá la adopción de medidas tales como la aplicación de sistemas de promoción de alimentos saludables con acciones sobre el lado de la oferta ¾en áreas tales como la reforma de la de la Organización Mundial del Comercio, la inversión en desarrollo agrícola, y el mejoramiento de los rendimientos de los campesinos pobres¾y la demanda, incluyendo marcos reguladores globales para el comercio de alimentos, el etiquetado de los alimentos y el contenido de los alimentos procesados (tales como sal y ácidos grasos trans). Estos enfoques multisectoriales están obligados a garantizar que la salud pública y los medios de vida de las personas en países en desarrollo y desarrollados estén protegidos y promovidos equitativamente en tiempos de crisis y más allá.

♦ Traducción y resumen objetivo: Dra. Marta Papponetti. Esp. Medicina Interna

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