El extracto de ajo podría retrasar la muerte celular
El infarto cerebral es la primer causa de incapacidad en México y en el mundo, y la tercer causa de muerte.
El infarto cerebral –primera causa de incapacidad en México y en el mundo y tercera causa de muerte- es un padecimiento que no tiene tratamiento eficaz, afirma Perla Maldonado Jiménez, académica de la Facultad de Química e investigadora del Laboratorio de Patología Vascular en el Instituto de Nacional de Neurología y Neurocirugía Manuel Velasco Suárez (INNNMVS).
Ante esta situación, añade en entrevista, “resulta relevante destinar recursos financieros y humanos, a la búsqueda de fármacos que sean útiles para quienes presenten este padecimiento”.
En ese sentido, ha orientado su trabajo de investigación desde hace más de dos años, a través del proyecto Extracción de ajo en un modelo de isquemia cerebral, en el que también participan María Elena Chanez y Penélope Aguilera, del INNNMVS, y donde colabora Diana Barrera, de la Facultad de Medicina.
El grupo ha logrado determinar que el extracto de ajo previene e incluso llega a inhibir la muerte celular en un modelo experimental de isquemia o infarto cerebral, de manera transitoria.
Trabajo complejo
Perla Maldonado, quien imparte las asignaturas de Laboratorio de Bioquímica I y Laboratorio de Bioquímica Celular en la FQ, asegura que el infarto cerebral es un padecimiento difícil de abordar debido a que no se puede saber cuándo va a ocurrir este evento (salvo en las cirugías).
Actualmente, en los modelos que se utilizan para evaluar este tipo de enfermedades, se puede establecer, el momento en que empieza el proceso de isquemia (falta de flujo sanguíneo en el cerebro) y cuándo ocurre el restablecimiento de este flujo; sin embargo, en los pacientes no es posible.
La formación de coágulos en la sangre pueden tapar arterias importantes en el cerebro y provocar un infarto cerebral. En el humano, es la arteria cerebral media la que se ve bloqueada parcialmente.
Desde los estudios de maestría, explica Perla Maldonado, “siempre me ha interesado el uso de productos naturales para el tratamiento de ciertos padecimientos y, en este caso, dado que el proceso de isquemia está asociado a un proceso de estrés oxidativo importante, sobre todo en las etapas tempranas, y debido a la composición química del extracto de ajo envejecido –que tiene un alto número de compuestos antioxidantes- buscamos evaluar su efecto en este modelo”.
En el trabajo de investigación se ha establecido que el extracto de ajo envejecido retrasa temporalmente los mecanismos que llevan a la muerte celular, lo que permitiría prolongar el tiempo para que los pacientes reciban un diagnóstico preciso y un tratamiento adecuado, para prevenir el daño que se presenta cuando se restablece el flujo sanguíneo.
El evento vascular isquémico puede presentarse en uno o ambos hemisferios del cerebro. Las secuelas son diversas y dependen del tiempo en que se interrumpa la irrigación de sangre. Si es de unos cuantos minutos y el flujo sanguíneo se restablece, es muy probable que no existan consecuencias. Pero si se prolonga, puede derivar en alteraciones motoras (parálisis), problemas de raciocinio, del habla o de la visión.
El grupo de investigación utiliza el extracto del ajo envejecido, que se “añeja” en etanol por meses y que es menos irritante, por lo que se puede consumir por tiempos prolongados.
Experimentación
El grupo realizó experimentos en los que se administró el extracto a diferentes tiempos en ratas: 30 minutos antes, al inicio, y una hora después de la reperfusión. Se midió el área de infarto dos horas después del inicio de ese proceso y se evaluó cuánto tiempo se mantenía el “efecto protector”.
La reperfusión, explica Perla Maldonado, añade efectos deletéreos a los iniciados en la isquemia, debido a que en la primera se producen especies reactivas de oxígeno que oxidan a las biomoléculas de las células. Así, los compuestos antioxidantes del extracto de ajos las “atrapan” e inactivan, impidiendo que dañen los componentes celulares. Por ello, la muerte celular es menor y, en consecuencia, podrían disminuir los efectos negativos en el paciente.
El extracto de ajo demostró ser más efectivo cuando se administra al inicio de la reperfusión. De hecho, en algunos animales se reduce totalmente el área de infarto dos horas después de que se restablece el flujo sanguíneo. “La muerte celular es igual a cero; es decir, la protección es del 100 por ciento”. A pesar del efecto protector tan marcado que se observa a las dos horas, Perla Maldonado explicó que este efecto es temporal, ya que se va perdiendo. Por ello, las investigadoras han comenzado a utilizar una terapia combinada, usando los extractos de ajo envejecido como antioxidante, y el del mangostán (fruto carnoso de Indonesia) como antiinflamatorio, ya que este proceso también participa en la inducción de la muerte celular. Hasta ahora se han encontrado buenos resultados, pues la combinación de ambos reduce de manera notable el área de infarto a las 24 horas.
El grupo de investigación, concluye Perla Maldonado, se plantea llevar a cabo también un estudio para evaluar qué proteínas podrían estar participando en el efecto protector que se observa con la terapia combinada, y a futuro, diseñar un protocolo piloto en pacientes.
El infarto cerebral –primera causa de incapacidad en México y en el mundo y tercera causa de muerte- es un padecimiento que no tiene tratamiento eficaz, afirma Perla Maldonado Jiménez, académica de la Facultad de Química e investigadora del Laboratorio de Patología Vascular en el Instituto de Nacional de Neurología y Neurocirugía Manuel Velasco Suárez (INNNMVS).
Ante esta situación, añade en entrevista, “resulta relevante destinar recursos financieros y humanos, a la búsqueda de fármacos que sean útiles para quienes presenten este padecimiento”.
En ese sentido, ha orientado su trabajo de investigación desde hace más de dos años, a través del proyecto Extracción de ajo en un modelo de isquemia cerebral, en el que también participan María Elena Chanez y Penélope Aguilera, del INNNMVS, y donde colabora Diana Barrera, de la Facultad de Medicina.
El grupo ha logrado determinar que el extracto de ajo previene e incluso llega a inhibir la muerte celular en un modelo experimental de isquemia o infarto cerebral, de manera transitoria.
Trabajo complejo
Perla Maldonado, quien imparte las asignaturas de Laboratorio de Bioquímica I y Laboratorio de Bioquímica Celular en la FQ, asegura que el infarto cerebral es un padecimiento difícil de abordar debido a que no se puede saber cuándo va a ocurrir este evento (salvo en las cirugías).
Actualmente, en los modelos que se utilizan para evaluar este tipo de enfermedades, se puede establecer, el momento en que empieza el proceso de isquemia (falta de flujo sanguíneo en el cerebro) y cuándo ocurre el restablecimiento de este flujo; sin embargo, en los pacientes no es posible.
La formación de coágulos en la sangre pueden tapar arterias importantes en el cerebro y provocar un infarto cerebral. En el humano, es la arteria cerebral media la que se ve bloqueada parcialmente.
Desde los estudios de maestría, explica Perla Maldonado, “siempre me ha interesado el uso de productos naturales para el tratamiento de ciertos padecimientos y, en este caso, dado que el proceso de isquemia está asociado a un proceso de estrés oxidativo importante, sobre todo en las etapas tempranas, y debido a la composición química del extracto de ajo envejecido –que tiene un alto número de compuestos antioxidantes- buscamos evaluar su efecto en este modelo”.
En el trabajo de investigación se ha establecido que el extracto de ajo envejecido retrasa temporalmente los mecanismos que llevan a la muerte celular, lo que permitiría prolongar el tiempo para que los pacientes reciban un diagnóstico preciso y un tratamiento adecuado, para prevenir el daño que se presenta cuando se restablece el flujo sanguíneo.
El evento vascular isquémico puede presentarse en uno o ambos hemisferios del cerebro. Las secuelas son diversas y dependen del tiempo en que se interrumpa la irrigación de sangre. Si es de unos cuantos minutos y el flujo sanguíneo se restablece, es muy probable que no existan consecuencias. Pero si se prolonga, puede derivar en alteraciones motoras (parálisis), problemas de raciocinio, del habla o de la visión.
El grupo de investigación utiliza el extracto del ajo envejecido, que se “añeja” en etanol por meses y que es menos irritante, por lo que se puede consumir por tiempos prolongados.
Experimentación
El grupo realizó experimentos en los que se administró el extracto a diferentes tiempos en ratas: 30 minutos antes, al inicio, y una hora después de la reperfusión. Se midió el área de infarto dos horas después del inicio de ese proceso y se evaluó cuánto tiempo se mantenía el “efecto protector”.
La reperfusión, explica Perla Maldonado, añade efectos deletéreos a los iniciados en la isquemia, debido a que en la primera se producen especies reactivas de oxígeno que oxidan a las biomoléculas de las células. Así, los compuestos antioxidantes del extracto de ajos las “atrapan” e inactivan, impidiendo que dañen los componentes celulares. Por ello, la muerte celular es menor y, en consecuencia, podrían disminuir los efectos negativos en el paciente.
El extracto de ajo demostró ser más efectivo cuando se administra al inicio de la reperfusión. De hecho, en algunos animales se reduce totalmente el área de infarto dos horas después de que se restablece el flujo sanguíneo. “La muerte celular es igual a cero; es decir, la protección es del 100 por ciento”. A pesar del efecto protector tan marcado que se observa a las dos horas, Perla Maldonado explicó que este efecto es temporal, ya que se va perdiendo. Por ello, las investigadoras han comenzado a utilizar una terapia combinada, usando los extractos de ajo envejecido como antioxidante, y el del mangostán (fruto carnoso de Indonesia) como antiinflamatorio, ya que este proceso también participa en la inducción de la muerte celular. Hasta ahora se han encontrado buenos resultados, pues la combinación de ambos reduce de manera notable el área de infarto a las 24 horas.
El grupo de investigación, concluye Perla Maldonado, se plantea llevar a cabo también un estudio para evaluar qué proteínas podrían estar participando en el efecto protector que se observa con la terapia combinada, y a futuro, diseñar un protocolo piloto en pacientes.
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