México, primer lugar en publicidad de comida chatarra
El Economista
Expertos alertaron sobre el incremento de mensajes televisivos sin control, que enganchan a los menores y los convierten en consumidores potenciales de alimentos chatarra.
El número de mensajes televisivos de alimentos chatarra que enganchan a menores de edad y los convierten en consumidores potenciales aumenta sin control, y en algunos casos con plena violación a las leyes, lo cual afecta su salud y se refleja en los niveles de obesidad que presenta el país, apuntaron expertos.
En términos generales, los alimentos chatarra tienen altos niveles de azúcares, grasas o sal y son productos que por su alto consumo están relacionados con el aumento de la obesidad en México; según la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición, uno de cada cuatro infantes sufre ese padecimiento.
Según la 0rganización Mundial de la Salud (OMS), en los últimos siete años la cifra de sobrepeso y la obesidad en los niños de cinco a 11 años creció 40 por ciento.
Especialistas y defensores de los derechos del consumidor alertaron que el poder económico de los fabricantes de alimentos de ese tipo violan las leyes al dirigir sus mensajes a la población infantil, para aprovecharse de su credulidad e inexperiencia.
México aparece como el país cuya infancia se expone a la mayor cantidad de anuncios televisivos, sobre todo de alimentos contrarios a las recomendaciones de una dieta sana, expuso el director de la asociación civil El Poder del Consumidor, Alejandro Calvillo Unna.
En el marco del foro “El impacto de la publicidad televisiva en la salud de las niñas y los niños en México”, organizado por esa agrupación, se informó por ejemplo que en el Canal 5 de televisión se transmite a los menores 39 anuncios por hora, de los cuales 17 son de alimentos no recomendables.
Un estudio de ese organismo, comparado con datos de Consumers International, reveló que México ocupa el primer lugar en mensajes dirigidos a niños; seguido por Australia, que anuncia 29 productos por hora, 12 de alimentos no recomendables; mientras en tercer lugar se ubica Estados Unidos con 24 anuncios, 11 de comida chatarra.
En último lugar se encuentra Noruega, que no emite comerciales para niños, como debería ser según los especialistas porque aprovechar su inocencia es una violación a sus derechos humanos, de ahí que la publicidad debe dirigirse a los padres de familia, como se hacía antes de los años 90.
El bombardeo de publicidad provoca compulsividad en el infante al creer que su consumo le redituará los efectos “maravillosos” manejados en el mensaje, como convertirse en un superhéroe o un gran atleta, explicó Fernando García Sais, investigador del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM).
Los niños ven televisión con menos escepticismo que los adultos y, por lo tanto, son particularmente vulnerables a la publicidad, lo que afecta la elección de alimentos e influye en sus hábitos, pues pueden sufrir cambios de conducta y exigen a sus padres la compra del producto que ven en televisión, precisó.
Los especialistas refirieron que desde la década pasada la estrategia de publicidad comenzó a dirigirse a la niñez, sector que es visto como consumidor autónomo al que se le aplican estrategias de seducción, engaño y manipulación de las que es presa fácil.
Ello, detalló Calvillo Unna, a pesar de que la Ley Federal de Protección al Consumidor establece que la publicidad debe proporcionar información veraz y comprobable.
Además los anuncios deben carecer de elementos que induzcan a error o confusión por publicidad engañosa o abusiva, pero el poder económico de las empresas ha logrado que no se tomen en cuenta esos aspectos, denunció.
También se han ignorado los criterios establecidos en la Ley General de Salud, que prohíbe que la publicidad induzca a hábitos nocivos de alimentación y que se atribuya a los alimentos industrializados un valor superior o distinto al real, apuntó.
El Artículo 67 de la Ley General de Radio y Televisión establece que la programación dirigida a los niños debe estar exenta de publicidad que incite a la violencia o de alimentos que distorsionen los buenos hábitos.
Sin embargo, ninguna de las leyes se respeta y tampoco hay un equilibrio en la publicidad de los alimentos, pues en la televisión no existen comerciales de verduras, frutas o carnes, es decir productos sanos, indicó.
Los alimentos que se promocionan, principalmente cereales, bebidas y los denominados chatarra, como frituras, son energéticamente densos y pobres en nutrientes, por lo que su publicidad dirigida a niños debe prohibirse, sentenció.
Lourdes Roca, investigadora del Instituto Mora, lamentó a su vez que se aproveche que los niños se encuentran de seis a siete horas diarias frente al televisor y sean bombardeados con anuncios que dañan su salud.
Urgió a que las autoridades tomen cartas en el asunto para regular esa publicidad, que ha propiciado también que en el país el consumo de refresco por persona sea de 150 litros al año, contra 80 litros de leche.
La influencia es tal que un niño de entre tres y cinco años prefiere alimentarse con productos de las empresas de comida rápida que con alimentos sanos, alertó.
Un estudio de la Universidad de Stanford describe que 60 niños del rango de edad referido prefirieron alimentos sanos empacados con envolturas de comida rápida y aseguraron que eran más ricos, lo cual demuestra la influencia de los anuncios, agregó.
En caso de que no haya un control a la publicidad de esa índole, los investigadores advirtieron que los niveles de obesidad y sobrepeso en el país continuarán a la alza, lo cual hará insuficientes las políticas públicas para su control y tratamiento.
Expertos alertaron sobre el incremento de mensajes televisivos sin control, que enganchan a los menores y los convierten en consumidores potenciales de alimentos chatarra.
El número de mensajes televisivos de alimentos chatarra que enganchan a menores de edad y los convierten en consumidores potenciales aumenta sin control, y en algunos casos con plena violación a las leyes, lo cual afecta su salud y se refleja en los niveles de obesidad que presenta el país, apuntaron expertos.
En términos generales, los alimentos chatarra tienen altos niveles de azúcares, grasas o sal y son productos que por su alto consumo están relacionados con el aumento de la obesidad en México; según la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición, uno de cada cuatro infantes sufre ese padecimiento.
Según la 0rganización Mundial de la Salud (OMS), en los últimos siete años la cifra de sobrepeso y la obesidad en los niños de cinco a 11 años creció 40 por ciento.
Especialistas y defensores de los derechos del consumidor alertaron que el poder económico de los fabricantes de alimentos de ese tipo violan las leyes al dirigir sus mensajes a la población infantil, para aprovecharse de su credulidad e inexperiencia.
México aparece como el país cuya infancia se expone a la mayor cantidad de anuncios televisivos, sobre todo de alimentos contrarios a las recomendaciones de una dieta sana, expuso el director de la asociación civil El Poder del Consumidor, Alejandro Calvillo Unna.
En el marco del foro “El impacto de la publicidad televisiva en la salud de las niñas y los niños en México”, organizado por esa agrupación, se informó por ejemplo que en el Canal 5 de televisión se transmite a los menores 39 anuncios por hora, de los cuales 17 son de alimentos no recomendables.
Un estudio de ese organismo, comparado con datos de Consumers International, reveló que México ocupa el primer lugar en mensajes dirigidos a niños; seguido por Australia, que anuncia 29 productos por hora, 12 de alimentos no recomendables; mientras en tercer lugar se ubica Estados Unidos con 24 anuncios, 11 de comida chatarra.
En último lugar se encuentra Noruega, que no emite comerciales para niños, como debería ser según los especialistas porque aprovechar su inocencia es una violación a sus derechos humanos, de ahí que la publicidad debe dirigirse a los padres de familia, como se hacía antes de los años 90.
El bombardeo de publicidad provoca compulsividad en el infante al creer que su consumo le redituará los efectos “maravillosos” manejados en el mensaje, como convertirse en un superhéroe o un gran atleta, explicó Fernando García Sais, investigador del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM).
Los niños ven televisión con menos escepticismo que los adultos y, por lo tanto, son particularmente vulnerables a la publicidad, lo que afecta la elección de alimentos e influye en sus hábitos, pues pueden sufrir cambios de conducta y exigen a sus padres la compra del producto que ven en televisión, precisó.
Los especialistas refirieron que desde la década pasada la estrategia de publicidad comenzó a dirigirse a la niñez, sector que es visto como consumidor autónomo al que se le aplican estrategias de seducción, engaño y manipulación de las que es presa fácil.
Ello, detalló Calvillo Unna, a pesar de que la Ley Federal de Protección al Consumidor establece que la publicidad debe proporcionar información veraz y comprobable.
Además los anuncios deben carecer de elementos que induzcan a error o confusión por publicidad engañosa o abusiva, pero el poder económico de las empresas ha logrado que no se tomen en cuenta esos aspectos, denunció.
También se han ignorado los criterios establecidos en la Ley General de Salud, que prohíbe que la publicidad induzca a hábitos nocivos de alimentación y que se atribuya a los alimentos industrializados un valor superior o distinto al real, apuntó.
El Artículo 67 de la Ley General de Radio y Televisión establece que la programación dirigida a los niños debe estar exenta de publicidad que incite a la violencia o de alimentos que distorsionen los buenos hábitos.
Sin embargo, ninguna de las leyes se respeta y tampoco hay un equilibrio en la publicidad de los alimentos, pues en la televisión no existen comerciales de verduras, frutas o carnes, es decir productos sanos, indicó.
Los alimentos que se promocionan, principalmente cereales, bebidas y los denominados chatarra, como frituras, son energéticamente densos y pobres en nutrientes, por lo que su publicidad dirigida a niños debe prohibirse, sentenció.
Lourdes Roca, investigadora del Instituto Mora, lamentó a su vez que se aproveche que los niños se encuentran de seis a siete horas diarias frente al televisor y sean bombardeados con anuncios que dañan su salud.
Urgió a que las autoridades tomen cartas en el asunto para regular esa publicidad, que ha propiciado también que en el país el consumo de refresco por persona sea de 150 litros al año, contra 80 litros de leche.
La influencia es tal que un niño de entre tres y cinco años prefiere alimentarse con productos de las empresas de comida rápida que con alimentos sanos, alertó.
Un estudio de la Universidad de Stanford describe que 60 niños del rango de edad referido prefirieron alimentos sanos empacados con envolturas de comida rápida y aseguraron que eran más ricos, lo cual demuestra la influencia de los anuncios, agregó.
En caso de que no haya un control a la publicidad de esa índole, los investigadores advirtieron que los niveles de obesidad y sobrepeso en el país continuarán a la alza, lo cual hará insuficientes las políticas públicas para su control y tratamiento.
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