Vida y Salud
El Poder del Consumidor
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El derecho a la vida y a la salud es el primero y más fundamental de todos los derechos humanos. Los proveedores de bienes y servicios están obligados a respetar y garantizar el derecho de los consumidores a la vida, la salud y la seguridad.
La Ley Federal de Protección al Consumidor establece el derecho a la vida y la salud en su artículo 1, señala que cuando un bien o servicio se considera potencialmente peligroso para el consumidor o lesivo para el medio ambiente el provedor está obligado a informar. De no hacerlo, tendrá que reparar los daños provocados al consumidor (artículo 41).
Sin embargo, como ciudadanos consumimos, sin saberlo, una inmensa cantidad de aditivos químicos, hormonas, residuos de antibióticos y agroquímicos en nuestros alimentos. Por otro lado, al consumir ciertos productos y/o hacer uso de diversos servicios podemos estar afectando el medio ambiente (destrucción de la capa de ozono y cambio climático), al grado tal que la degradación ecológica que estamos provocando se convierta en una amenaza a nuestra salud y vida, así como a la de las futuras generaciones.
Algunas naciones han reconocido el riesgo de parte de estas sustancias y han decidido prohibirlas, mientras que en otras se siguen comercializando. Existen diversos ejemplos, uno de ellos son los ftalatos utilizados para volver flexible el PVC. Esta substancia es cancerígena y se desprende muy facilmente del PVC. A pesar de ello se está utilizando en juguetes y, en especial, en mordederas, chupones y otros artculos que niños menores d etres años se llevan a la boca. En la Unión Europea está prohibido su uso en juguetes poara menosres de tres años, mientras enm países como México se venden sin informar al consumidor de sus riesgos.
La exposición masiva a una mezcla desconocida de químicos es una de las razones principales de que el cáncer haya pasado de ser responsable del 3% de las muertes a principios del siglo XX al 20% a finales de ese siglo. En el mismo periodo se ha presentado un altisimo incremento de las muertes por insuficiencia cardiaca y por padecimientos cerebrales. En este último caso, el Alzheimer y el Parkinson se han triplicado en varias naciones desarrroladas. Por otro lado, destaca la baja generalizada en la producción de espermas en los hombres. Una larga lista de estudios señalan como causa principal de este deterioro del organismo humano, la exposición permanente y continua de todo ser humano a una inmensa cantidad de sustancias químicas sintéticas. La mayor parte de esta exposición suele darse por los alimentos sin que estemos bien informados. La contaminación llega a tal grado que se ha encontrado la presencia de compuestos orgánicos persistentes, algunos de los compuestos más peligrosos por ser cancérigenos, mutagénicos y bioacumulables, en el cordón umblical y la leche materna. Es decir, la exposición inicia desde antes de nacer.
Si el siglo XX se considera el siglo de la química, el siglo XXI será el de la biotecnología. La introducción masiva de organismos modificados genéticamente al medio ambiente y a nuestra alimentación sin realizar las evaluaciones que se requerirían para considerar sus impactos a mediano y largo plazo. Los transgénicos pueden implicar riesgos a la salud y al entorno mayores a los provocados por los productos químicos.
Una de las principales amenazas a la salud tiene que ver con el cambio de los hábitos alimenticios y la proliferación del hábito de comer comida procesada con altos contenidos de azucar, fructuosa, grasas saturadas y sal, además de una cantidad inmensa de diversos aditivos. Las instituciones de salud reconocen que el perfil epidemiológico ha cambiado de manera radical y que ahora la mayor amenaza la representa la diabetes y otras efermedades vinculadas al sobre peso, la obesidad y los cambios en los hábitos alimenticios.
El consumidor no recibe información adecuada sobre los peligros que implica el hábito en el consumo de estos productos llamados “alimentos chatarra”, no hay legislación que regule su venta, no hay campañas informativas y de educación, no hay presión sobre los fabricantes para que mejoren la calidad alimenticia de sus productos, no existe regulación sobre la publicidad, en especial, la dirigida a niños. En México, las consecuencias en salud provocadas por los cambios en los hábitos alimenticios se han convertido en el mayor desafio para las políticas de salud pública.
La Ley Federal de Protección al Consumidor enuncia el derecho básico a la protección de la vida, la salud y la seguridad, sin establecer una regulación clara y sistemática de este derecho. De esta manera, el derecho queda, en gran medida, en letra muerta.
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