BBC Ciencia Los etiquetados fueron creados para ayudar al consumidor a elegir productos sanos. Se nos repite continuamente: "Una dieta equilibrada es esencial para la buena salud". Se nos dice que debemos comer cinco porciones de frutas y verduras al día, que no ingiramos más de seis gramos de sal, ni más de 20 gramos de grasas saturadas diariamente. Para ayudarnos a lograr esos objetivos, las autoridades sanitarias y la industria alimentaria en muchos países han introducido etiquetas en los alimentos. Éstas deben indicar toda la información nutricional -como calorías, proteínas, carbohidratos y grasas- de cada producto y la ingesta diaria recomendada (IDR) que deberíamos consumir. ¿Pero quien no ha sentido la frustración de tratar de descifrar lo que significan esos números? La función de las etiquetas nutricionales es ayudar al consumidor a decidir qué comprar y qué comer. Pero tal como explica a BBC Mundo el doctor Abelardo Ávila Curiel, investigador del Instituto Nacional
Por BBC Ciencia Estas grasas se usan en la industria por baratas y porque extienden el tiempo de caducidad del producto. Quizás no todos estábamos conscientes de ello, pero la mayoría de nosotros crecimos consumiendo alimentos que contenían una sustancia que hoy está considerada un ingrediente letal: los ácidos grasos trans, o grasas trans. Sólo hasta 2006 los expertos comenzaron a crear conciencia en los consumidores sobre los riesgos de estos elementos, que hasta entonces solían llamarse "grasas parcialmente hidrogenadas". Las grasas trans son un tipo de grasa vegetal que al ser sometida a procesos industriales de hidrogenación se transforma del estado líquido al sólido con graves consecuencias para la salud. Estos compuestos no tienen ningún valor nutritivo, pero la industria las utiliza para extender el tiempo de caducidad de un producto y se encuentran principalmente en la comida rápida, los alimentos fritos, la margarina, los pasteles y las galletas. Los estudios han re
Las enfermedades cardiovasculares –las del corazón y los vasos sanguíneos- son la principal causa de muerte de la humanidad. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), estos trastornos -que incluyen infartos, derrame cerebral, enfermedad coronaria e hipertensión- provocan más de 17 millones de muertes cada año en el mundo. Y aunque hay algunos factores de riesgo que no podemos alterar, como nuestra herencia genética, sí podemos cambiar otros elementos vinculados con el estilo de vida. Una de las formas más simples y efectivas de reducir nuestro riesgo de enfermedades cardiovasculares (ECV) es hacer pequeños cambios en nuestra dieta. Por ejemplo, reducir nuestro consumo de sal, vigilar las grasas que ingerimos y comer más frutas y verduras. Estos cambios pueden tener un impacto enorme en los tres principales factores de riesgo de enfermedades del corazón: el índice de masa corporal (IMC), la hipertensión y los niveles de colesterol. clic Lea también: Grasas que matan Sal y coleste
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