La alimentación del futuro es enemiga de la obesidad

La nutrición del futuro traerá además los alimentos que previenen enfermedades y los que provocan saciedad con un mínimo de calorías. Todo para combatir al enemigo más importante: la obesidad.
Objetivos

Tres son los objetivos principales en los que científicos, investigadores y nutricionistas trabajan en el mundo: crear una dieta saludable, hipocalórica y paliativa, lo cual equivale a que tengan sabores ricos y atractivos, que induzcan a las personas a seguirla libremente.

Y es que resulta utópico pretender que el 64 por ciento de la población mundial que tiene problemas de sobrepeso y obesidad, bajen sus kilos de más sólo con hojas de lechuga y pollo hervido o a la plancha.

Precisamente en eso es lo que se centra la nutrición del futuro: en convertir cada alimento en una fuente de prevención de enfermedades, a través de la adición de ingredientes funcionales. No es otra cosa que reducir las calorías con buenas combinaciones de nutrientes y derivados de las fuentes más importantes de energía, como los azúcares y las grasas, y en hacerlos más ricos, más sensitivos a las papilas gustativas.

La nutrición del futuro contempla eliminar los nutrientes que entregan excesivas calorías, y, también, dietas hechas a la medida.

¿Cómo? Estudiando los genes que determinan cómo quemamos la grasa en el organismo, qué alimentos procesamos con mayor rapidez y cuáles con lentitud.

Placer gustativa

El gran problema de la poca adherencia de las personas a las dietas es que restringen dos fuentes grandes de calorías: las grasas y el azúcar, que son a su vez las dos principales fuentes de buen sabor de los alimentos.

Por eso, las investigaciones, según explica la doctora Carolina González, apuntan a encontrar solución a este problema. Las primeras son los sustitutos de las grasas, como los derivados de proteínas y carbohidratos que simulan el sabor de la grasa, pero con un aporte calórico mucho menor.

La segunda son los trabajos en torno a manejar el sabor de los alimentos de acuerdo a cómo el ser humano los procesa cuando recibe la información en las papilas gustativas de la lengua.

La idea es desarrollar potenciadores del sabor, que lograrán el milagro, como ejemplifica la doctora González: que un alimento con un granito de azúcar genere la sensación de haber consumido una gran cantidad.

Más allá de las calorías

En Estados Unidos, los alimentos vienen con la rotulación específica: cuánto elevan la glicemia y la insulina al consumirlos. Mientras que algunas partes de Latinoamérica existen guías para que los pacientes sepan qué alimentos elevan la glicemia sobre lo recomendado, es decir el índice 70. Por ejemplo, 50 gramos de carbohidratos de tallarines elevan el índice glicémico menos que 50 gramos de carbohidratos de pan blanco.

¿Por qué? Porque el pan está hecho de ingredientes más refinados y que se absorben más rápido.
Como el azúcar se eleva rápidamente, también cae de la misma forma. Y esto se traduce en somnolencia, pero también en cierta resistencia a bajar de peso en personas con problemas para procesar la insulina y/o los carbohidratos, y que no necesariamente tienen diabetes.

A estos pacientes, les favorecería seguir una dieta con alimentos con bajo índice glicémico, con base de pan integral, cereales, yogures descremados, chocolate amargo y frutas.

Alimentos que deberían encantar

Todos los especialistas apuntan a un objetivo: aprovechar las fuentes de alimentación de cada región, e incorporar muchos alimentos que son despreciados, pero que aportan importantes nutrientes al organismo.

Las crucíferas, como el brócoli y el coliflor, tienen una acción benéfica sobre el colon, disminuyendo el riesgo de cáncer.
Lo mismo ocurre con los cereales y las legumbres, que se pueden comer de una forma muchísimo más variada que las habitualmente conocidas.

Las pastas con harinas integrales tienen harinas menos procesadas y requieren un trabajo de digestión mayor, con una menor alza de glicemia.

Los últimos estudios sobre las muchas variantes de moras, dice González, muestran que tienen más antioxidantes que otras frutas.

Base de la dieta del futuro

¿Qué pasaría si pudiéramos saber, desde la infancia, cuál es la estructura genética que determina cómo quemamos la grasa del cuerpo? ¿Si pudiéramos identificar en cada uno de qué grasas nos cuesta más deshacernos y cuáles quemamos rápidamente?
De eso se trata la nutrigenómica, que hoy está en plena etapa de investigación, y que permite determinar el nivel de los genes -a través de una muestra de sangre que se inserta en un chip- los polimorfismos relacionados con la quema de energía del organismo -proveniente de grasas, hidratos de carbono y proteínas-, y a partir de ese estudio, desarrollar una dieta individualizada según los requerimientos de cada cuerpo.

El futuro apunta a que se realice un examen simple y accesible al público general, para determinar una dieta de acuerdo con la estructura genética.

Novedades

Los alimentos funcionales son aquellos que naturalmente, por sus componentes, son capaces de prevenir enfermedades si son
consumidos en forma regular. Entre los más difundidos en los últimos años están: la soya, por ejemplo, que se ha comprobado que tiene propiedades anti cancerígenas, y ahora, también se ha asociado su consumo al control de peso y de la diabetes.

El aceite de oliva, que en su versión extra virgen tiene ácido oleico y fenoles, componentes que, se ha estudiado, ayudarían a prevenir el cáncer de mama.

Las moras, que por sus antioxidantes contribuirían a reducir la degeneración cerebral y prevenir enfermedades degenerativas como el mal de Alzheimer.

Los especialistas en nutrición reconocen que, si bien es cierto hay cada vez más personas preocupadas por alimentarse saludablemente y aprovechar los beneficios de los alimentos, la nutrición funcional todavía no se ha convertido en un estilo de vida como en Japón, donde forma parte de la política gubernamental.

Sin embargo, la industria de la alimentación ha dado un paso adelante: además de promover abiertamente los alimentos naturales con propiedades funcionales, también está produciendo una generación de alimentos reforzados con proteínas y nutrientes que cumplen esta misma utilidad. Son los llamados "nuevos alimentos funcionales", que, en futuro cercano, serán la mejor forma de incorporar suplementos nutricionales al organismo.

¿Qué falta? Optimizar la educación de las personas, para que los consuma y salga de la comida chatarra.
Este año, una de las novedades son las bífido-bacterias, bacterias que se han identificado en la leche materna y que son responsables de la flora intestinal normal en el ser humano desde el nacimiento. En la vida moderna, estas bífido-bacterias no han encontrado un escenario para sobrevivir, por la forma aséptica con la que se producen todos los alimentos industriales.

¿El resultado? El aumento de las alergias provenientes de la ingesta alimentaria y de los diagnósticos de intolerancia a la lactosa, especialmente en niños. Por eso, la industria está incorporando las bífido-bacterias a las leches infantiles: se espera que con este ingrediente se equilibre la flora intestinal y los niños tengan menos enfermedades.

Los estanoles -el colesterol o lípidos producidos por las plantas- son otro ingrediente que promete hacerle frente al colesterol LDL o colesterol "malo" que se almacena en el cuerpo humano. Incorporados al organismo, estos estanoles "compiten" con el colesterol LDL por la absorción en el intestino delgado, permitiendo que entre hasta un 13 por ciento menos de colesterol malo al torrente sanguíneo.

Este año, hay varias marcas de yogur que los han incluido en su fórmula, especialmente recomendada para dos grupos: los niños con problemas de colesterol y las embarazadas. Intopress

Alimentos de salida

En un principio, ningún alimento debería estar prohibido para las personas sanas y de peso normal, pero de acuerdo con la situación nutricional de cada país, hay alimentos que, de a poco, deberían ir desapareciendo de la dieta habitual:

***Bebidas endulzadas con azúcar: Se recomienda retrasar lo más posible la introducción de los niños en el consumo de azúcar, y usar con moderación en ellos los endulzantes, o bien comer los alimentos de forma natural.

***Leche entera: La grasa de la leche debe eliminarse de la dieta humana a partir de los dos años de edad: se asocia a obesidad, obstrucción de las arterias y a cáncer, por la cantidad de grasas saturadas

**Pan blanco: El pan blanco está hecho con harina refinada, que tiene un índice glicémico más alto. El pan integral posee las mismas calorías, pero agrega, además, fibra, que debería ser obligatoria en la dieta.

**Grasas trans: Estas grasas son las que se utilizan para prolongar la vida útil de algunos alimentos, pero a costa de la salud humana: aumentan el colesterol malo (LDL) y disminuyen el colesterol bueno (HDL).
En los últimos años, se ha logrado eliminarlas de las margarinas, pero los alimentos preparados para merienda para los niños los siguen incorporando.

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