Obesidad infantil, un problema que crece
En las últimas décadas se ha producido un incremento preocupante en el número de niños/as que evidencian un claro sobrepeso. Se estima que hay más de 2000 millones de niños y adolescentes que sufren sobrepeso y obesidad (UNICEF). De acuerdo a una estimación del Centro de Estudios sobre Nutrición Infantil (CESNI), unos 2.500.000 niños y adolescentes argentinos sufren este problema. Aquí algunas preguntas frecuentes para atender y entender una problemática que se repite en cientos de hogares del pais.
¿Cuándo un niño puede considerarse obeso?
Obesidad es cuando se ha producido un incremento del peso mayor al 20 por ciento del peso ideal esperado para la edad, la talla y el sexo del niño. El sobrepeso en cambio es el exceso de peso con riesgo de obesidad.
¿A qué se debe la obesidad en los niños?
La obesidad infantil es una compleja enfermedad, resultado de la interacción de factores genéticos, ambientales, socioeconómicos y psicológicos. Pero aun cuando los componentes genéticos intervienen como uno de los factores causales, esto no supone que los niños que tengan predisposición serán obesos en un futuro.
El asociar casi exclusivamente lo lúdico y la diversión a los video juegos y la TV haciendo que los menores pasen largas horas del día sentados e inactivos es uno de los factores más llamativos. Otro se relaciona con el abandono de una dieta saludable y su reemplazo por el consumo de alimentos procesados ricos en grasas y azúcares.
Lo que sucede es que llevar una alimentación adecuada puede resultar, en ocasiones, sumamente difícil. Las comidas y bebidas "chatarra" están respaldadas por un marketing que inducen continuamente a su consumo. En este contexto los hábitos alimentarios pueden verse afectados negativamente extendiéndose incluso para toda la vida.
¿Qué consecuencias tiene la obesidad en los menores?
En términos generales estas pueden ser tanto físicas como psicológicas:
-Físicas: los niños obesos tienen mayor riesgo de padecer diabetes, hipertensión, desórdenes de la respiración, problemas articulares, dificultades ortopédicas, etcétera.
-Psicológicas: la obesidad supone toda una serie de circunstancias que impactan en el desarrollo psicológico del menor y en su adaptación al entorno. Suelen presentar baja autoestima lo que en ocasiones redunda en un bajo rendimiento escolar y menor sociabilidad. Con frecuencia el niño obeso es blanco de burlas y rechazos por parte de sus pares.
El pequeño frente a esta situación suele aislarse del resto o es aislado por ellos. Es decir que, tanto la integración social como el establecimiento de adecuadas relaciones interpersonales, se ven afectadas.
En función de todo esto, el niño probablemente vaya conformando una pobre imagen de sí mismo, donde los sentimientos de inferioridad y la insatisfacción con su propio cuerpo van marcando el desarrollo de sí mismo.
¿Qué podemos hacer frente a esta enfermedad?
Una de las claves para combatir la obesidad es la instauración de buenos hábitos alimenticios. Algunas recomendaciones para lograr este desafío consiste en disminuir el consumo de alimentos ricos en grasas y calorías, estimular el consumo de frutas y verduras, servir comida en cantidad moderada, recalcar la importancia del desayuno, consumir agua en lugar de otras bebidas, comer lento, servir los platos en la cocina, no asociar otras actividades a la alimentación.
Otra de las claves consiste en incrementar la actividad física. Las actividades que permitan un mayor gasto de energía deben estar incorporadas dentro de la rutina diaria de los niños, en forma espontánea y programada.
¿Cómo empezar a prevenir la obesidad?
Estimular el juego propio de cada edad, en espacios abiertos como la plaza, el patio, caminatas, suele ser de mucha ayuda. Es importante tener en cuenta que los niños se encuentran en un período en el cual una dieta balanceada y rica en nutrientes no puede restringirse.
Suprimir calorías necesarias puede ser perjudicial para su crecimiento. Es por eso que la consulta al médico pediatra resulta fundamental.
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